SENSIBILIDAD DE LA ECONOMÍA
El verdadero desarrollo, según las exigencias propias del ser humano, implica sobre todo una viva conciencia del valor de los derechos de todos y de cada uno.” Juan Pablo II
No sólo los indicadores económicos al cierre del año 2016, que se han logrado obtener de otras fuentes confiables de carácter internacional y algunas firmas nacionales porque el BCV no las publica, señalan que fue un año pésimo para el país, sino que las estimaciones para este año 2017 son más desesperanzadores aún.
El año pasado el decrecimiento económico medido en términos del producto interno bruto fue aproximadamente de -12%, y la inflación se situó entre 700 y 800%, con el agravante de una gran escasez y desabastecimiento generalizado de bienes y servicios. Para 2017 se prevé una nueva caída del PIB que en términos optimistas puede alcanzar entre el -6 y el -8%, pero la inflación podría llegar a niveles inaguantables del 2000 y más por ciento; en tanto, la escasez puede ser superior a la del año 2016. Ese comportamiento económico se estima en un contexto en el cual los precios del petróleo podrían rondar unos 60$ el barril; por debajo de ese nivel, los resultados podrían ser más catastróficos todavía.
En estas condiciones, el nombramiento de un nuevo titular al frente del BCV en lugar de enviar señales positivas para nuestra economía, deja ver que el gobierno continuará con una política monetaria y fiscal inapropiada y perjudicial para su salud. Un gasto público deficitario financiado con la emisión de más dinero inorgánico es lo que se deduce que ocurra y se espera que continuará.
La economía es muy sensible a las señales políticas y a las condiciones en que ésta se desenvuelve, en tal sentido, la situación se agrava con las propuestas inaceptables de los mediadores internacionales para intentar rescatar un diálogo que en este momento luce muy poco probable, ello nos permite inferir que habrá una mayor turbulencia política en el ambiente durante todo el año, alejando toda posibilidad de atraer las necesarias inversiones para aumentar la oferta de bienes y servicios y generar nuevos empleos. Entre tanto, he sido insistente en esto, el hambre no espera, el hambre desespera.
Resulta inverosímil que las condiciones de paz y estabilidad nacional se quieran lograr a expensas de la sumisión de más del 80% de la población y de querer mantener en el poder a un régimen que ha perdido toda legitimidad democrática. Uno como cristiano quiere entender la buena fe que debe animar al Vaticano al participar en una comisión cuya representación abrumadoramente está desbalanceada, pero de allí a que esa comisión pretenda que la oposición ponga la otra mejilla, sería esperar una actitud de idiotas, o como se dice en nuestro medio popular: está bien que sean vivos pero no crean que los demás son pendejos.
Neuro J. Villalobos Rincón @nevillarin
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