Vivir engañado se ha convertido en una religión sagrada, un acto de fe y de complacencia que no va más allá de la mera supervivencia.
Es un hecho nefasto la jerarquización de la sociedad, en esta coyuntura, la voluntad de poder, es el objetivo del individuo para someter al prójimo.
Se hace necesaria una revolución estrictamente psicológica en el individuo para que pueda darse una revolución social, el planteamiento o proyecto de una revolución social que no haya interiorizado en una mayoría de los miembros de la sociedad un profundo cambio espiritual se verá irremediablemente abocado al fracaso como ha venido sucediendo a lo largo de la historia.
Donde impera la miseria moral y ética, el odio y la violencia se convierten en moneda de cambio.
La decadencia espiritual es la consecuencia de una apariencia que toma forma de imagen cosificada.
Hay que ir más allá del placer y el sufrimiento para sentirnos realizados.