Sentido y sensibilidad, de Jane Austen

Publicado el 29 septiembre 2013 por Oly

Aunque conozco todos los títulos -si bien no los he leído- de la obra de Jane Austen, cuando pienso en ella inmediatamente me viene a la mente Orgullo y prejuicio. Teniendo en cuenta que, se supone, es su novela más conocida, seguramente os pase a muchos de vosotros. Por ello, cuando por fin me animé a darle una oportunidad a tan aclamada autora, opté por ese libro. Es cierto que me gustó mucho, pero no tanto como esperaba; al contrario que Sentido y sensibilidad. Con éste he disfrutado todo lo que esperaba del anterior. Quizá se deba a que lo cogí en el momento adecuado, que ya estaba más familiarizada con el estilo de Austen, o simplemente pertenezco al grupo -minoritario, creo- de personas que lo prefieren por encima de Orgullo y prejuicio. Quién sabe, dentro de poco realizaré una relectura, así que igual cambio de idea...

Sentido y sensibilidad es uno de esos libros que te atrapan desde las primeras páginas y, sin tener una gran trama ni giros sorprendentes en el argumento, se disfruta en todo momento. Es una obra con la que deleitarse, ya sea por su estupenda narración, el ingenio de la autora, sus magníficos personajes o, en definitiva, su innegable calidad literaria. No se hace pesado o denso, incluso teniendo en cuenta los escasos diálogos que nos encontramos. Los cuales, todo sea dicho, son una verdadera maravilla.

-Sí, es una presa digna de ser cazada, se lo aseguro señorita Margaret. Tiene buenas propiedades en Somersetshire; yo de usted no lo dejaría para su hermana [...]
-No creo -dijo la señora Dashwood con una sonrisa afable- que el señor Willoughby pueda llegar a sentirse molesto por lo que hagan mis hijas. Cazar no es una tarea para la cual han sido educadas. Con nosotras los hombres pueden estar seguros, aunque sean tan ricos como éste. [...]

La trama gira en torno a las historias de amor de las dos hermanas Dashwood, Elinor y Marianne. Ambas, como podemos comprobar en el título del libro, son en principio polos opuestos. Mientras que Elinor es sensata, discreta, juiciosa, y aparentemente fría al no dejarse llevar por sus impulsos, Marianne es irreflexiva, apasionada y efusiva en cuanto a sus sentimientos, lo que puede hacerla parecer descortés, caprichosa y egoísta. Y digo aparentemente porque ambas se parecen más de lo que se puede ver a primera vista. Las dos buscan la felicidad en un matrimonio por amor, fijándose en la persona y no en sus bienes materiales, lo que contrasta mucho con la época y el ambiente en el que se mueven. Aunque Elinor pueda parecer fría en sus maneras, no quita para que sea una mujer con una sensibilidad a la par que la de su hermana; y pese a la tendencia dramática que demuestra Marianne, podemos hallar en ella un gran sentido -o juicio- en los momentos importantes. Lo que las diferencia es la forma con la que reaccionan ante el dolor del desamor, ya que las dos tendrán su ración personal. No sabría decir con qué personaje me quedaría. Austen nos muestra dos protagonistas maravillosas, con sus virtudes y sus defectos. Quizá la evolución de Marianne es mucho más evidente, siendo difícil en un primer momento cogerle el mismo afecto que a su hermana, sin embargo tiene algo especial, una frescura de la que carece Elinor. Ésta, por otra parte, muestra una madurez, una inteligencia, y una entereza admirables para su edad, sobre todo teniendo en cuenta lo que tiene que aguantar durante todo el libro. Además, es ella la encargada de poner, juntos con algún otro personaje, ese toque de ironía propio de la autora.

-Lo comprendo muy bien - dijo Marianne-. ¿Qué relación tiene la riqueza y la fama con la felicidad?
-La fama no tiene mucha relación -dijo Elinor-, pero la riqueza creo que sí.
-¡No digas eso, Elinor!- repuso Marianne-. El dinero solo no puede proporcionar la felicidad. Naturalmente algo se necesita para vivir, pero la riqueza por sí sola no puede proporcionarnos la felicidad.
-Tal vez tengas razón -dijo Elinor, sonriendo-, acabaremos por estar de acuerdo. Seguramente lo que tú consideras necesario y mi riqueza son equivalentes, no cabe duda; porque si encontramos insuficiente toda comodidad... Tus ideas igual son más nobles que las mías. Pero dime, ¿cuánto crees necesario para vivir?
-De mil ochocientas a dos mil libras al año.
-¡Dos mil libras al año! ¡Pues, imagina, dos mil libras es lo que yo considero riqueza!

Tres son los personajes masculinos que destacan por encima del resto: Edward Ferrars, Willoughby y el coronel Brandon. Este trío hará sufrir y sufrirá a su vez por nuestras protagonistas. Sus personalidades están muy bien definidas, sin embargo no tienen una gran participación en la obra, sobre todo Edward y el coronel Brandon. Creo que puedo contar la de veces que Austen les otorga voz propia en la novela, sin embargo es increíble la rapidez con la que les cogemos cariño. Su constante presencia, ya sea en las descripciones o conversaciones de otros personajes, impide que los releguemos a un segundo plano dentro de la novela.

En cuanto a los personajes secundarios, qué decir. No sobra ninguno. Cada uno de ellos aporta a la historia algo interesante, consiguiendo acercar al lector las costumbres de la época de una forma sencilla y sin grandes explicaciones o descripciones; algo a valorar si tenemos en cuenta que han pasado doscientos años desde su publicación. La hipocresía de una sociedad que se centra solamente en la posición social, los bienes materiales y las apariencias. Y no nos olvidemos de la preocupación principal: el matrimonio, el cual monopoliza las conversaciones tanto de mujeres como de hombres. Un enlace conveniente y beneficioso es a lo que toda mujer debe aspirar. El amor queda en un segundo plano -o directamente desaparece-. Podremos ser testigo de ello de primera mano con algunos personajes odiosos de esos que aborreces desde el primer momento, pero que, sorprendentemente, me han divertido, con lo cómicas de sus reacciones o lo ridículo de sus actuaciones. No puedo olvidarme de la simpleza y pocas luces de muchos otros, los cuales ponen el toque también gracioso, demostrando su poco tacto y la limitación de sus caracteres, siempre en contraste con el de Elinor y puede que en menor medida con el de Marianne.

En conclusión, una obra maravillosa.