Esta experiencia tipifica la vida en un mundo perdido. Nuestras experiencias aquí son una mezcla de cosas buenas y malas, de alegrías y tristezas; una realidad que Salomón expresó con estas palabras: «Aun en la risa tendrá dolor el corazón; y el término de la alegría es congoja» (Proverbios 14:13). El corazón alegre suele entristecerse, porque esto es lo que a veces demanda la vida.
No obstante, gracias a Dios que esta vida no es lo único que existe. Y en la que está por venir, quienes conocen a Cristo tienen una promesa: «Enjugará Dios toda lágrima de los ojos de ellos; y ya no habrá muerte, ni habrá más llanto, ni clamor, ni dolor; porque las primeras cosas pasaron» (Apocalipsis 21:4). En aquel gran día, ¡no habrá sentimientos encontrados, sino solo corazones satisfechos con la presencia de Dios!
Para el creyente, la tristeza terrenal se transformará un día en gozosos cánticos celestiales.
(Nuestro Pan Diario)