Como en el primer día de clase
Ya ha llegado la hora… no quería y me resistía pero ha llegado el momento… ayer volví a mi curso de italiano. Habíamos tenido un par de semanas de vacaciones, de relax y descanso, de no tener que coger el tren corriendo por la noche, de no tener miedo del acosador de la estación… pero todo lo bueno se acaba y esta semana se han retomado las clases.
De hecho, tenía que haber ido el otro día que fue el día oficial en el que empezaban y me hice la remolona y no fui, pero claro, no podía dejarlo pasar más y ayer ya tuve que hacer acto de presencia. Me he sentido como cuando era niña y tocaba la vuelta al cole. Por un lado querías pero por otro lado ni en sueños… qué pereza tan grande. He estado todo el día con una vaguería que me acompañaba en las espaldas increíble, un Sary-demonio que me decía que me saltara la clase… pero al final, con mi cansancio y con mi todo, he vuelto a la Academia. Encima no había hecho los deberes ni había tocado un libro en todos estos días (de esto puedo culpar a mi mami que me viene a ver a Italia y me entretiene
Con todas las cosas nuevas
“¿con qué cara le digo ahora yo a Manuela (mi profe) que ni me he acercado un poquito a un libro en todos estos días?”.
Pero después de haber vuelto, ¿sabéis qué? Que me he vuelto a reencontrar conmigo misma, y he vuelto a recordar lo que me gustan esas clases y lo bien que me lo paso y entonces he declarado la guerra a la pereza!
¡A Dios pongo por testigo que intentaré no volver a saltarme clases del curso de italiano!
Y me he sentido otra vez como el primer día de clase, pero cuando te has reencontrado con tus compis y estás super contento, y todo huele a nuevo y la vida es maravillosa. (Que conste que yo no tomo drogas)