A cuenta de este artículo en El Confidencial, he participado en un debate sobre qué hacer ante esta insistencia de algunos círculos por promover la educación separada por sexos. No se discutía sobre si tenía sentido o no, sino sobre si ya sabemos que es mala idea por principio o si es apropiado discutir evidencias empíricas. Tras recordar las evidencias (en contra) que recogí en su día varios contertulios me señalaron que hay una cuestión previa de principios por la cual la separación no es aceptable. Ante esto respondí lo siguiente:
Ojalá las cosas fueran tan fáciles y pudiéramos tomar decisiones basadas en sencillos principios. Tal cosa no suele ser posible. ¿Cuál es el principio al que apelar para no separar por razón de sexo? ¿Se deduce de la igualdad de derechos? Me temo que no. Será eso y algo más y mucho me temo que ese algo más requerirá incluir como principio la no separación, con lo que caeríamos en una falacia de “petición de principio”.
Hay una manera de no caer en ella y de estar cerca de lo que creo que tenéis en mente, pero me temo que requiere de la evidencia empírica. Considérese el caso del aborto. Unos apelan al principio del derecho a la vida y otros al principio de libertad de decisión de la mujer. A pesar de que ninguno es del todo coherente con ello, esta petición de principio impide el debate. En las sociedades modernas, a pesar de que ha ganado la posición a favor del aborto, todavía continúa el debate, y es mejor si tenemos argumentos biológicos, médicos, psicológicos, sociales, económicos, etc. para poner sobre la mesa en lugar de una apelación al principio de elección. Primero, porque ese principio no es ningún absoluto (si no, ¿por qué nadie reclama el derecho al aborto hasta el momento del parto?) y, segundo, porque todavía no está completamente debatido, resuelto y aceptado por la inmensa mayoría de la sociedad.
Sí hay problemas éticos que ya se han debatido y resuelto en algunas sociedades, como los Derechos Humanos. Toda la evidencia ha apuntado a que los seres humanos vivimos mejor y de manera más acorde con nuestras preferencias morales si nos dotamos de estos derechos. Cualquiera que quiera sopesar si la esclavitud puede o no merecer la pena estará trayendo una discusión acabada. En este caso podríamos apelar sin más a este principio para no permitir ningún caso de esclavitud. (Nos podemos poner muy casuísticos y considerar la posibilidad de que los humanos mutemos para que no nos importe tanto ser esclavos y entonces tolerar los inconvenientes de que te toque ser esclavo porque los beneficios de poseer esclavos son muy grandes, pero a todos los efectos esta discusión es ya inútil.)
¿Cuál el caso con la separación por sexos? ¿Es más parecido al caso del aborto o al de los Derechos Humanos? Por una parte, tenemos que la integración en las escuelas se realizó por razones ideológicas, sin claros estudios que mostraran su bondad (y sin estudios en contra), pero con muchas intuiciones y experiencias particulares de que parecía ayudar a tener una sociedad mejor. La cosa no salió mal, según una observación casual del incremento del respeto entre los sexos y la disminución de la discriminación, pero realmente no sabemos si se hubiera podido conseguir de otra manera. Ahora tenemos estudios. Muestran datos a favor de la integración y, como bien se ha dicho, no solo por razones de competencias académicas, sino de otras cosas que también nos importa, como el mencionado respeto y conocimiento del sexo contrario. Son datos tremendamente relevantes y que sirven para seguir convenciéndonos de que hacemos lo correcto.
Por otra parte, tenemos algunos sectores de la sociedad que quieren la separación. Son minoritarios, pero eso en sí mismo no es señal de nada. Lo que importa es si se les concede el derecho a educar así a sus hijos. Es posible que los jueces puedan apelar a principios sociales aceptados en las leyes para impedirlo (como lo hacen cuando obligan a vacunar), pero vemos que es perfectamente posible que no se entienda así y se permita la separación. En ese caso, ¿cómo podremos hacer que se prohíba esta práctica? Hay dos caminos no excluyentes: vencer (ganar una mayoría que prohíba la separación) o convencer. Para ambas cosas necesitamos los datos. Lo contrario, decir simplemente que nuestros principios son mejores, no ayudará frente a quienes tienen otros.
Pero incluso si los jueces decidieran que, atendiendo a las normas de la sociedad, no procede el permitir la separación, convendría aún así tener los datos y exponerlos, puesto que parece haber gente que querría cambiar estas leyes. De hecho, es lo que hacemos en esta asociación. No decimos (no solo) que las vacunas son obligatorias por principio, ni que la ciencia es mejor por principio. Llevamos muchos años en el negocio de sacar todos los datos posibles y de exponerlos de la manera más didáctica posible para que se entienda el por qué de las vacunas y el por qué de la ciencia. Lo mismo pasa con el aborto y, me temo, con la separación en el aula por sexos.
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