El próximo 19 de octubre se cumplirán los 543 años de la boda de Isabel de Castilla y Fernando de Aragón, que serían declarados 27 años después, y una vez conquistada Granada y descubiertas Las Indias, Reyes Católicos “de las Españas” por el Papa Alejandro VI, uno de los Borgia valencianos.
En estos cinco siglos y medio las Españas vivieron unidas triunfos y desastres: guerras, paces, revueltas populares, dos casas reales diferentes peleadas en una guerra de sucesión, la que originó la Diada, invasiones, dos repúblicas, una de ellas federalista y con cantones que se declaraban la guerra, otra que acabó en guerra y dictadura, y finalmente una democracia constitucional.
A pesar de derrotas y ruinas, y de levantamientos separatistas que se produjeron en todas las partes de los reinos, en estos cinco siglos y medio nunca se separaron el de Aragón, que aportó Cataluña y parte del Mediterráneo, y el de Castilla, que englobaba el occidente de España ganado con alianzas y conquistas.
Siempre actuaba el pegamento que cohesionaba el país en malas épocas, como la de la invasión francesa, entre 1808 y 1814, debida a la felonía real, o durante las guerras civiles.
Si España se mantuvo soldada pese a un rey traidor y perverso como Fernando VII, ¿cómo no va a seguir igual cuando a pesar de la crisis económica el país mantiene ahora una dignidad ante el mundo como pocas veces antes?
Artur Mas, un patriotero minimalista y coyuntural, con cuatro u ocho años de mandato, cree que con sus algarabías secesionistas puede pasar a la Historia separando lo que la Historia unió hace 543 años.
Los que se fundieron en 1469, reyes y pueblos, no tolerarán que la Historia los presente como los que consintieron la separación de tantos ciudadanos: ni siquiera el renegado Fernando VII toleraría esa afrenta.
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SALAS