Y, un día, la ansiedad llegó a su fin. Con ella, un abanico de preguntas y reflexiones, todas y cada una de ellas referentes a la inmensa expectativa que se creó a partir de la promoción del film (un tráiler jugoso y atractivo, pósters, etcétera). Séptimo enlaza, contagia, genera silencios que connotan concentración y hasta de a ratos apasiona. Sin embargo, también da lugar al cuestionamiento de determinadas resoluciones. La juega de thriller y, como tal, posee unos cuantos buenos condimentos que le sacan lustre al género: tensión (en instancias envolvente), suspenso, misterio. Pero sobre todo, cuenta con un elemento fundamental, imprescindible, el cual tiene nombre y apellido: Ricardo Darín. El actor con mayor poder de convocatoria del cine argentino resiste y supera con holgura y con una sobriedad sublime los mil y un planos que se le hacen. La cámara está todo el tiempo sobre él, quien a base de un nivel gestual, expresivo y actoral extremo compra una vez más al espectador.
LO MEJOR:Darín. Santoro, en menor medida, pero cumple. La tensión, la manera en que se trata el tema, con mucho de realidad en el manejo policial. Enlaza. LO PEOR:el modo en que se muestra la vuelta de tuerca. Los niños, una actuación más inocente de lo previsto.
PUNTAJE:7,7