Los cazadores tienen pupilas verticales que les permiten controlar mucho mejor la entrada de luz y así calcular la distancia que les separa de su objetivo porque necesitan esconderse y saltar en el momento preciso para atrapar a su presa.
Por su parte, las presas tienen pupilas verticales y a los lados de la cabeza para vigilar las direcciones por las que pueden acechar los depreadadores. Por último, los investigadores señalan que la pupila redonda de los humanos probablemente se deba a la altura. Y es que nuestros ojos están demasiado elevados como para que afecte la visión panorámica horizontal o el efecto de entrada de luz vertical.