El no ser profesional en este mundo te da algunas ventajas, pequeños lujos que otros no se pueden permitir. Por ejemplo, romper unilateralmente una colaboración con Canon.
Lo anterior te lo cuento para ponerte en antecedentes.
Hace poco una persona a la que respeto mucho en el mundo de la fotografía me pidió que hiciera un vídeo de cómo trabajo y además una ponencia para una nueva Feria Internacional de Fotografía de Naturaleza que se va a organizar este año. Respondí que encantado y fuimos adelante.
Todo correcto hasta que vi el cartel. En él había una persona que se ha hecho famosa por fotografías de animales en zoos y que imparte sus talleres en un zoo. Los que me seguís, de manera habitual, sabéis la lucha que tengo desde hace años para conseguir que se erradiquen los zoos y los delfinarios. Algunos ejemplos:
- No a los delfinarios.
- Cabárceno, no.
- No a los zoos.
No tengo nada en contra de esta persona, no la conozco. Lo que me pasa es que no concibo que un fotógrafo de naturaleza, especialmente de fauna, asiente su obra en animales salvajes privados de libertad.
Así que decidí salir del proyecto, aún siendo consciente de que va a ser un éxito por la gente que participa y por la organización del mismo.
¿Qué necesidad tengo de meterme en este lío? Podría haberlo dejado pasar, seguir adelante, hacerlo lo mejor posible y después a otra cosa. Seguro que nadie habría caído en ello y para mi habría sido lo más cómodo.
El problema es que siempre he pensado que somos lo que decimos pero también lo que hacemos. Si esas dos cosas no son consecuentes, no eres creíble. Ser coherente se cimienta en compromisos, con uno mismo y con los demás. Considero que no todo vale para conseguir un objetivo.