Ser funcional: “que sirve para el propósito que fue diseñado”.

Por Lucy Chibimundo @chibimundo

En el título del post de hoy presento una de las acepciones que se le dan a la palabra funcional. En la RAE hay una definición específica referida a la medicina que es:

Dicho de un síntoma o un trastorno: Que comporta una alteración morbosa de los órganos no acompañada de lesiones visibles, que es, por lo tanto, susceptible de desaparición rápida y total.

Personalmente ninguna de las dos me gusta.

La primera habla de cosas y usarla para las personas es una forma de hacer de nosotros objetos… pero viviendo en un sistema capitalista no está lejos de la realidad.

La segunda aterriza más en lo que quiero hablar hoy, los trastornos, pero falla miserablemente al decir que algo que no es visible puede desaparecer. Pero supongo que esa es la percepción que se tiene de la salud mental en general. Si no se ve es que te lo estás inventando, y si te lo inventas basta con la voluntad para hacerlo desaparecer.

Ser una persona funcional con TLP.

Hay una gran cantidad de variabilidad entre las personas que tienen TLP. La combinación de síntomas, gravedad y comorbilidad con otro tipo de trastornos hace muy difícil encasillarnos a todos en un solo cajón.

Si te etiquetan como “TLP funcional” quieren decir que sigues teniendo un diagnóstico de Trastorno Límite de la Personalidad, pero puedes pasar la mayoría de los días sin mayores incidentes.

A veces es difícil mirar atrás y ver cómo era antes. Y con antes me refiero a cuando estuve mucho peor, allá entre ingreso e ingreso… o a mucho antes, cuando iba a trabajar todos los días y me movía entre la gente como una más. Son dos “antes” entre los que hay un abismo y el “ahora” no es realmente un punto intermedio porque estoy muy lejos de ser esa persona que encajaba en la sociedad.

La que encajaba tenía sus taras también. Si en aquella época me autolesionaba me curaba, me maquillaba para tener buena cara y me iba a trabajar. Recuerdo periodos en los que estuve mal, pero de alguna manera tiré para adelante y salí antes de poder seguir cayendo.

Cuando miro atrás hacia todos esos “antes” diferentes puedo sentir nostalgia y vergüenza. Nostalgia porque echo de menos algunas partes de mí misma que no sé si podré recuperar… e incluso a veces echo de menos partes que sé que no son sanas, pero forman parte de quien soy. Vergüenza porque muchas veces fui cosas que me disgustan, que critico y no tolero a otros. Cosas que no quiero para mi hijo o la gente que me importa.

Me siento orgullosa de estar en esta “ahora” y haber conseguido llegar hasta aquí, pero no te voy a engañar, ser una persona funcional con TLP tiene sus desventajas. Te las voy a contar.

La expectativa de estar “bien” todo el tiempo.

Esa expectativa puede venir de fuera o ser propia. Por lo general siento que es un peso que me llega desde fuera aunque es algo que me exijo también a mí misma.

A veces cuando cae la noche y me voy a la cama me siento abrumada por mi diálogo interno. Puede que me regañe a mí misma por haber tenido un mal día, sobre todo si me he sentido más cerca de la persona que estuvo ingresada en psiquiatría de la que iba a trabajar cada día.

Y a pesar de todo no pediré apoyo ni ayuda porque tengo un papel que representar, el de “TLP funcional” o “persona recuperada“.

Lo esté o no lo esté.

Como tengo pinta “normal” nadie espera que tenga un trastorno.

Este es el problema de las cosas invisibles. A pesar de mis autolesiones muy poca gente me ha visto las únicas cicatrices que se perciben a simple vista. He cogido mucho peso en los últimos meses, pero con eso de que estamos en una pandemia mundial y por el SOP tiendo a engordar la gente no se sorprende.

Como físicamente parezco alguien “normal” mi exterior no encaja con lo que la gente cree que debería ser alguien con un trastorno de personalidad.

En mis peores tiempos por dentro estaba completamente desesperada y haciendo planes para quitarme la vida pero llevaba una sonrisa en la cara.

¿Cómo hablas de ese sufrimiento interno si desde fuera te invalidan y te dicen: “a mí me parece que estás bien”? Peor aún:

¿Cómo lo haces cuando esa frase te la dice un profesional de salud mental?

No es que todo vaya bien. He aprendido a ocultar que va mal.

Hablo mucho de las coas malas y de mi sufrimiento pero no me gusta ser percibida o vista como débil. De hecho de forma interna hago una conexión que espero no enseñar a Loki:

  • Llorar = debilidad.
  • Emoción negativa = debilidad.

En la corriente de la terapia dialéctica conductual (en inglés DBT) hay una cosa a la que llaman “apparent compentence” que se reduce a dar la impresión de que tienes todo bajo control y eres competente en todos los aspectos de tu vida cuando en realidad algunas cosas comunes se te hacen cuesta arriba (si no imposibles).

A los demás les resulta difícil creer que estoy luchando, porque funciono bastante bien, y entonces me siento completamente invalidada y empiezo a cuestionarme a mí misma.

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Esto me plantea problemas a la hora de comunicar mis necesidades a los demás, aunque trabajo mucho en terapia para mejorar.

TENGO que afrontarlo. No tengo tiempo para NO afrontarlo.

Como no tengo un trabajo remunerado y mi Loki va al cole la gente se cree que no tengo nada que hacer con mi vida, pero están equivocados. Tengo responsabilidades, cosas que debo o necesito hacer, hay gente que confía en mí para ciertos asuntos.

Hacer esas cosas y desmoronarme NO es una opción.

Otra vez está ahí la presión para estar “bien”. A veces puedo sentirme totalmente abrumada por el estrés, no necesariamente por algo importante, sino por la de tener que hacer frente a la situación (y hacerlo bien, sin fallar, sin dar un paso atrás).

No puedo tener una crisis o colapsar. Si lo hago, la gente se sorprende.

Hace ya tiempo que no he tenido ninguna crisis jodida (toco madera). Mi último ingreso fue en 2019 y a pesar de que he tenido rachas difíciles: desaparecí de redes, me aislé, crisis de ansiedad… las cosas están relativamente estables. Todo lo que lo pueden estar en una pandemia mundial para alguien con TLP.

Y esto es muy sorprendente en realidad, que una persona con TLP no salte de una crisis a otra y más sin medicación es una pasada. Pero si le añadimos el aderezo de los tiempos interesantes que vivimos… es casi increíble.

Me resulta completamente extraño no estar en alguna crisis porque toda mi vida lo ha sido. Tengo la sensación de que es la calma que precede a la tormenta y en cuanto gire una esquina algo terrible va a ocurrir. En terapia estoy aprendiendo a vivir el momento presente, a no vivir mi vida esperando que llegue la tormenta. Y ahí voy poco a poco.

Como ha pasado ya tiempo desde la última crisis, hago como que todo va bien y “parezco” normal… si tuviera una crisis, la gente pensaría que ha surgido de la nada y soy una dramática, aunque para mí se trataría de la gota que colmó el vaso.

¿Por qué no estoy trabajando y contribuyendo a la sociedad?

Con todo lo dicho: parezco normal, hago ver que todo está bien y hace tiempo desde mi última crisis… la gente no entiende como no he vuelto al mundo laboral.

Si todo lo que te rodea no está en llamas entonces es que está bien y si lo está entonces deberías volver al ciclo de la vida y ser una persona productiva (no basta con se funcional, hay que producir también).

Me molesta. Las personas asumen que estoy “arreglada” y puedo volver directamente a mi antigua vida de trabajar 40 horas a la semana.

No es solo que yo sienta que no puedo, mi terapeuta no lo ve ocurriendo en el futuro cercano. Hace casi 3 años que no trabajo. Mirar webs de ofertas de empleo me da ansiedad. La idea de ir a una entrevista de trabajo me revuelve el estómago y me acelera el corazón.

Pero otra vez: la presión de fuera y de dentro. Así que a pesar de todo, lo intento.

La gente no se da cuenta de que pasar por años de medicación, varios ingresos y muchas horas de terapia es completamente agotador. Esos años ha quedado atrás, en el pasado, pero siguen en mí. Pero necesito rehabilitarme y para ello necesito tiempo y oportunidades para practicar y utilizar las habilidades que he aprendido.

Necesito un espacio seguro para poder volver a descubrir quién soy sin que mi enfermedad me defina.

Ojalá fuera tan sencillo como retomar la vida donde la dejé, pero mi vida no es como era. Ha cambiado y yo también. Necesito crecer. No necesito que me hagan sentir mal por ello. No es así como quería que fuera mi vida, pero lo es y soy yo quien tiene que pagar el precio de algo que está completamente fuera de mi control.

Vivir en piloto automático: así es como consigo hacer las cosas.

Trabajo duro para hacer lo que tengo que hacer para que las cosas funcionen. Paso mis días físicamente presente, pero mentalmente en otro lugar. Esta división va más allá de estar “en la parra”, los profesionales de la salud lo llaman disociación.

A veces siento que gran parte de mi vida es una mierda y no tiene sentido. Me entran dudas, no sé si la vida de la mayoría de los adultos es así, o si sólo se trata de .

Si la vida es solo esto recurro al piloto automático para salir adelante. Funciono porque tengo que hacerlo.

Si eres inteligente estás así por gusto.

Durante mi estancia en el hospital público, que fue solo de una semana uno de los profesionales que estaban ahí para cuidar de mí me dijo: “Tú no necesitas estar aquí. Tienes una carrera, eres lista, estarás bien en casa”.

Y es verdad que muchos mis compañeros estaban en situación de calle, no tenían trabajo o estudios (básicos). Pero eso no significaba que yo estuviera bien o no necesitara ayuda. No quería decir que podía simplemente pensar en mi situación y decidir salir de ella.

¿Desde cuándo las enfermedades mentales discriminan? ¿Desde cuándo sólo las personas “poco inteligentes” padecen enfermedades mentales?

Muchas personas padecen o han padecido enfermedades mentales. La inteligencia no tiene nada que ver, y se sigue suponiendo que sí. Tengo una comprensión bastante amplia de mi trastorno, pero me siento impotente para controlarlo o controlarme a mí misma.

La dificultad de tenerlo más fácil…

Mi situación actual es complicada porque estoy en un limbo entre afrontar y no afrontar. Aunque elijo afrontar, siento que a menudo no es una elección, es eso o caer. Al menos ahora tengo la posibilidad de elegir, hay opciones, no estoy en un agujero viendo la vida pasar y puedo hacer cosas.

Si tú también eres una persona funcional a pesar de esa carga invisible que llevas, me quito el sombrero porque sé lo difícil que puede ser vivir así.

Tu lucha es igual de significativa, igual de dura, tan digna de ser valorada y apreciada como la de otros.