Ser madre. Nadie te advierte de lo que en realidad significa. O quizás si te advirtieron, pero cuando llega tu hijo o hija, no recuerdas nada de lo que dijeron. Eso me pasó exactamente. Pensé saber y estar preparada para ser madre, pero la verdad es que fue totalmente lo opuesto. Uno jamás está preparado.
Fotografía de mama2punto0.cl
Me ha tocado escuchar a varias personas que quieren postergar tener hijos por lo mismo. Quieren estar preparados, pero en realidad, a pesar de los años que uno espere, jamás estamos preparados para la llegada de un hijo a nuestras vidas. Como dice el comercial de Huggies: Vida de padres, una vida CAÓTICAMENTE hermosa. Les doy mi casa como ejemplo. Antes de la llegada de C, nuestro hogar estaba impecable. Siempre me preocupaba que las cosas estuvieran en su lugar. Aspiraba cuando podía, ordenaba la cocina, sacudía los muebles. Teníamos la ropa siempre lista, la mandaba a planchar (con la plancha tenemos una guerra, no nos aceptamos mutuamente), podía cocinar cosas ricas y esperaba a mi marido con once cuando él llegara del trabajo. Dormía hasta las 12 del día los fines de semana y disfrutaba de pequeñas siestas cuando llegaba del trabajo.Bueno, todo esto cambió. Ahora mi casa está llena de juguetes desparramados por todos lados. Tengo pañales de géneros en cada rincón de la casa, y la cama pasa deshecha a menos que deje al pequeño un rato durmiendo. Él toma la mayor parte de mi tiempo y, eso de que duerma dos horas seguidas para mí es un mito. Mi ropa se llena de vómitos por los chanchitos con leche, además de baba. La cocina pasa desordenada si es que no viene una señora a hacer la limpieza. Las noches no son las mismas. Ya no es lo mismo ducharse en las mañanas. Ahora es con la puerta abierta y con suerte puedo lavarme el pelo.Nada es igual una vez que entra un hijo a tu vida. La vida se vuelve caótica en muchos ámbitos, pero nada puede ser más caóticamente hermoso que la alegría que trae un hijo cuando llega a tu vida. Como dije, todo cambia y el corazón, también.