Hay días en que todo cuadra a la perfección, si las piezas del puzzle encajan estás salvada. Pero como sueles apurar el tiempo al máximo en el momento en que hay un contratiempo o el niño tiene el día difícil, se masca la tragedia.
Tienes días donde piensas "¡bah!, no tiene importancia". Pero otros días una fuerza oculta que duerme en tu interior se apodera de ti y .... pierdes los papeles. ¡Esto es así!
Y ¿quién paga el pato? Los niños. Lo sé, está mal, muy mal. Además no sólo eso sino que tengo más que demostrado que como yo esté en ese plan, Rayo estará peor. Se contagia de mi humor de mil demonios y entonces la guerra en casa está servida.
Me doy cuenta de lo nocivo de los enfados cuando oigo a mis vecinos de al lado. Llegan a casa muy tarde, lógicamente cansados de un largo día de trabajo y saltan a la mínima con los chiquillos. Y entonces las finas e indiscretas paredes del edificio me dejan escucharles.
No quiero alzar la voz, no quiero enfadarme y a veces no lo puedo evitar. Aunque son pocas veces me gustaría que nunca sucediera. Sé que todo depende de mi, pero a veces el día, la semana, el mes es una cuesta demasiado empinada y el cansancio hace mella. No es excusa, ya lo sé, pero ese es el motivo principal de mi mal humor.
He hecho una lista, a modo de terapia, para intentar recordar cuando veo que ese monstruo interior está a punto de despertar:
- Si estás en ese momento culminante donde notas que te sale el humo por las orejillas, ¡vete a otra habitación! Escapa de ese momento de tensión, aíslate y respira. Si estás en una situación de la que no puedes salir fácilmente, por ejemplo vas en el coche, ¡cállate!, no sigas hablando, sube el volumen de la música y respira.
- Tu hijo no es un rival, no trata de hacerte la vida imposible, no hace eso para sacarte de quicio, simplemente ¡es un niño! La ira a veces nos nos deja pensar con claridad.
- TU estado de ánimo será SU estado de ánimo. Cuanto más enfadada estés peor se portarán y no lograréis salir de ese círculo vicioso. Si quieres que se tranquilice primero debes hacerlo tú.
- Estas situaciones de descontrol emocional implican una falta de respeto. ¿Cómo te sientes cuando te gritan o te hablan mal? Así se sienten nuestros hijos.
- No hagas a nadie lo que no te gustan que te hagan a ti. Este es un lema que he intentado inculcar a Rayo desde muy pequeñito. Tengo que recordármelo más a menudo.
Y un último consejo que yo pienso aplicarme en esta semana un par de veces como mínimo: regálate tiempo para ti. Queda con unas amigas a tomar algo, date un paseo en solitario por un parque bonito, pide cita para un masaje, ve a una cafetería que te guste y tómate un rico capuccino mientras lees un buen libro. Esos pequeños placeres te darán el oxígeno que necesitas para poder ver las cosas de otro color.
¿Te identificas con lo que has leído? ¿Tú también te enfadas demasiado? Cuéntame cómo haces para no perder los papeles.
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