Cuando era pequeña recuerdo a mi madre decirme "ten cuidado", fue una frase que me acompañó durante toda mi adolescencia. Ese "ten cuidado" no significaba cuidado no te caigas, cuidado no pases frío, cuidado no te olvides el dinero. Ese "ten cuidado" era referido a los hombres.
De niña me enseñaron que tenía que tener cuidado de los extraños, de los hombres que no conocía, que no podía volver a casa tarde, de noche y sola porque corría peligro, porque algunos hombres eran malos y peligrosos. Tantos fueron los avisos, las precauciones y el cuidado que teníamos, que el miedo afloraba, inevitablemente.
Yo soy miedosa, lo reconozco, no sé si porque me inculcaron ese miedo o esa prudencia o porque mi carácter es así y ya está. Pero recuerdo correr por un pasillo de metro solitario más de una vez porque tenía miedo. Recuerdo llegar a casa de noche y sola y tener miedo. Y hoy, a mis 43 años, sigo evitando la oscuridad, la soledad, y los hombres desconocidos porque, a pesar de que soy una mujer adulta, sigo teniendo miedo.
Las mujeres vivimos en la sociedad del miedo, miedo a que nos hagan algo, a que nos violen o abusen de nosotras. Sigo mirando el reloj si salgo y llego tarde, porque según la hora que sea volveré en metro o en taxi si no voy con mi propio coche.
Y yo creía que era cosa mía, o de mi madre que aún me quiere proteger, pero la propia policía sigue dando el mismo mensaje que hace años: "La policía pide a las lucenses que no salgan solas de noche ante la amenaza del violador". Y los periódicos siguen dándonos tristes y desgarradoras noticias, como la muerte de Yolanda Pascual a manos de su ex pareja.
¿Y cómo combatimos todo esto? Primero con educación claro está, desterrando el machismo, la falta de tolerancia de género, las expresiones despectivas hacia la mujer en cualquier conversación. Siempre leo que las cosas no son como antes, que hemos mejorado mucho, no estoy de acuerdo. Todavía tengo que ver como personas de mi generación cometen los mismos errores que cometían nuestros padres y abuelos. Todavía veo a mis amigas educar a sus hijas en la filosofía del "ten cuidado" porque, en sus propias palabras, "como para no tenerlo". Segundo con penas de cárcel y correctivos ejemplares para los maltratadores y/o violadores. Y un tercero e indispensable, la protección de la víctima. Porque no puede ser que la primera reacción ante las cifras del maltrato sea decir que también hay denuncias falsas. Para aquellos que sigan pensando en la falsedad de las mujeres que se atreven a confesar que son agredidas, decir que no llegan ni al 1%.
Y nosotros, las familias, ¿qué podemos hacer? Educación, tolerancia, información, tres pilares fundamentales para cimentar las bases sobre las que nuestros hijos e hijas se deben sostener. Explícales qué es el machismo, por qué es nocivo. Cuéntales por qué somos iguales, sea cual sea nuestro género. Condena las expresiones que denigran a otro sólo por su género. No valen las bromas o expresiones habituales de nuestro lenguaje, posiblemente tu hijo llegue a casa diciendo algo porque lo ha oído en el cole, no lo dejes pasar.
Soy mujer y sigo teniendo miedo.