Si no encuentras tu sitio fácilmente, es que puede que seas un poco raro, difícil de encajar en un paisaje alejado a tu comprensión. Cuando sientes que no perteneces a la realidad que te rodea, tal vez es que eres un insípido producto de un falso sueño. Si la incomodidad te invade, vivir en la confusión es la consecuencia. El extrañamiento se instala en el vientre como un voraz parasito, capaz de darle la vuelta a la razón. Buscar pertenecer es natural, a no ser que por el camino pierdas lo que eres. Cuando tu pieza no completa el puzzle, no desesperes, no des por perdida la partida, resiste hasta que encuentres el escenario adecuado, ese donde tu presencia no llame la atención. Ser paciente no es perder el tiempo. Solo a los soñadores les pertenece el sueño. Los ríos están llenos de arrastradas almas necesitadas de empuje, pero si la tuya se rebela es que tal vez duda y eso es lo más humano. La rareza pertenece a los sanos normales. Es necesario buscar las diferencias para poder encontrar las igualdades. Sentirse raro de cojones es más vulgar de lo que puedas creer. Simplemente eres un insignificante microbio en la inmensidad. Paradójicamente sentirse raro es el primer paso para dirigirse hacia la soñada normalidad. Ojalá no te pierdas por el camino.