No os engañéis; Dios no puede ser burlado: pues todo lo que el hombre sembrare, eso también segará. – Gálatas 6:7.
La palabra «responsable» viene del latín «responderé». Entonces, «ser responsable» significa: «hacerse cargo, asumir las consecuencias de sus actos». Una persona responsable reconoce la obligación de cumplir con sus compromisos y, eventualmente, reparar los errores que haya cometido. Ella «asume», como decimos hoy en día.
La responsabilidad está ligada a la libertad y a la dignidad humana. Los hombres han sido creados libres y conscientes de lo que hacen. Una de las paradojas de nuestra sociedad es que a menudo reivindicamos en voz alta y con fuerza nuestra libertad, y al mismo tiempo adoptamos actitudes cada vez más irresponsables.
Somos responsables ante nuestros allegados y ante la sociedad, pero primeramente lo somos ante el Autor de nuestra vida, Dios mismo. Cada uno de nosotros dará cuentas a Dios por todo lo que haya hecho en su vida, y especialmente por su actitud respecto a Jesús y a la obra que cumplió en la cruz.
Dios lo envió para que fuese nuestro Salvador. Jesús aceptó el juicio divino contra nuestros pecados. Tomó la responsabilidad que nosotros no podíamos asumir. Ahora todos somos responsables de aceptarlo como Salvador y Señor. Entonces, al creer en él, apoyándonos en su gracia, podemos asumir nuestras responsabilidades en todos los ámbitos.
(Amen, Amen)