Ser uno mismo (Primeros acordes)

Por Pabloadan
A continuación os reproduzco, con permiso del autor, una de las tres introducciones e modo de acordes del libro Rock Marketing cuya visión, desde las mismas entrañas del rock vivo, nos traslada Miguel Angel Escrivá, alma de Santero y Los Muchachos y co-fundador de la mítica banda valenciana La Pulquería.

Ser uno mismo es parte del fundamento de la felicidad. Sin otra apariencia, ni complejos, sin medias tintas. Sin querer aparentar nada más, ni menos. Ser, sencillamente.

Una persona con esa naturalidad tendrá más poder de atracción entre los suyos. Ésta ganará atención, simpatía, y lo más importante, seguridad. Si este gran matiz de personalidad viene ampliada por una propuesta artística, pasará de ser popular entre su círculo a ser conocido entre el público. Si su disciplina es la musical, donde en ejecución y contenido va intrínseco tal chispazo de honestidad, tendremos el artista adecuado.

Un personaje compacto, indivisible, férreo, que gana notoriedad y adquiere todavía mayor seguridad en su bien merecido nuevo rol. Dando más de sí y brillando como lo hace el resto de la gente tan sólo en la intimidad, frente al espejo, o en sueños. Cuando su lanzamiento y envoltura propulsan su arte y mensaje, enfatizando las cualidades y diferencias sin adulterar lo más mínimo su propuesta, sin reducirlo a algo impersonal, tendremos lo necesario. No la clave del éxito, pero sí el denominador común de todos los músicos mencionados en este libro; la autenticidad.

Son casi seis décadas de rock. Llegó para quedarse y expandirse generación tras generación. Las circunstancias sociales originaron un sentimiento. Quizá el negocio creó la necesidad capturándolo y catapultándolo tal y como la juventud lo anhelaba.

Por razones propias de los años 50 un artista no podía mostrarse del todo como era en realidad. El mensaje era más bien comedido y correcto. Quizá el grito de guerra iba más por lo sexual que otra cosa, pero el atractivo estaba en no ser del todo explícito. La autenticidad entonces iba por derroteros diferentes. Los músicos y cantantes se curtían, y muy mucho, explotando al máximo su propia capacidad y posibilidades. No contaban apenas con efectos sonoros. Era todo muy puro. Sin artificios, artesanal, sin trampa ni cartón.

Prácticamente un directo era como escuchar un disco de ellos y a la inversa. Una porque se grababa en directo y la ejecución debía ser perfecta, y dos, porque los estudios de grabación contaban con poco más que dos teclas, la de grabar y la de detener la grabación. Como añadido, el eco para la voz. Sonido sencillo para grandes canciones. Era real y genuino. Auténtico.

Entonces, cantar o hablar sobre política, violencia, drogas, o cosas por el estilo no era la clave del éxito como lo fue en generaciones posteriores.

Cuando John Lennon dijo que Los Beatles eran más importantes que Jesucristo, y que quizá el Cristianismo desaparecería antes que el Rock and Roll, a mi modo de verlo no es escandaloso, ni incongruente. Sencillamente inoportuno para la época. Sobre todo para la que se vivía en EEUU, dónde rápidamente pusieron el grito en el cielo y el escaparate de los Cuatro Fabulosos de Liverpool se resquebrajó por un tiempo. Sir Lennon se excedió. Jamás hubiera imaginado que unos años después la clave del éxito era precisamente decir ese tipo de cosas y mucho peores. O mejores, según se mire. Porque tras ellos aparecían otros cuatro que decían ser el anticristo, que querían anarquía y destrozar civiles.

Sex Pistols fue la cumbre de la irreverencia. Con ellos terminó de haber reglas. Todo explotó por los aires y el olor a cerveza y la apariencia estrambótica era lo que imperaba. Actitud por encima de todo. Eran igual de descarados arriba o abajo de un escenario. Uno podía sonar a chatarra pero lo que iba por delante era su integridad artística, su actitud. Ojo, con esto no quiero decir que un alma rebelde sea mejor que un buen sonido, tan sólo dejar claro si hablamos de rock hablamos de carácter, alma y personalidad.

El estimable necesita saber qué hay alrededor de algo que le llame la atención por su sonido. Qué hay tras su autor o intérprete, cómo son, cómo hablan, qué opinan y qué circunstancias les rodeaban hasta llegar hasta el suelo limpio de una discográfica. Qué punto de conexión existe entre ellos y su música.

Sabido todo esto sus canciones aún tomaran mayor dimensión. Porque el rock es música de carácter a pecho descubierto. Su público está hambriento de verse reflejado y justificar sus rabias, penas, alegrías, vicios y lo que sea que incluye este sentimiento tan amplio y concreto a la vez. El Rock además lo pone fácil. A un seguidor le gustará saber que su ídolo se emborracha cómo él, y hasta puede que acabe una noche estampando un coche contra el ayuntamiento de cualquier ciudad. O que le han visto entre el tumulto de una manifestación, y no a la cabeza... O que una mañana vomitó a un policía en el bloc de multas. O que da paseos en barca, o roba bicis, o acude a otros conciertos, bares, cines, y lugares normales, como cualquier otro. Ese es un buen punto. Quieren ser como tú. Y tú como ellos.

Cierto es que la fama y el dinero provocan algunas excentricidades, o caprichos, pero ¿quien no los tiene? A otros niveles la gente tiene manías muy analizables. Gente común con trabajos comunes que llegados a ese estado de poder verían multiplicadas sus antojos, vicios y maneras de vivir.

Opino que cuando el carácter de un músico o canción es atrevido, irreverente, incorrecto, imprevisible o natural, hablamos de actitud, que para mí es acto de Rock and Roll.

Algunos puede sonar a rock, vestirse de cuero y plantarse una cresta en una peluquería de moda, pero no será más que eso; una apariencia. Nada más. Porque si no acicala también su verborrea de actitud no estará "siendo Rock and Roll".

Tampoco alguien que cante un tema de Elvis a la perfección lo estará siendo si al bajar del escenario lo da todo bailando a Shakira. Aquí hay que guardar el tipo. Sería natural, sí, pero tanta pasión en todo por igual despistará su integridad.

Ninguna banda o artista que empieza se considera un producto. Eso lo harán los sellos, managers y profesionales del sector. Si unos músicos empiezan con eso en la cabeza jamás estarán siendo ni haciendo Rock and Roll.

Cuando empuñé mi primer bajo buscaba sonar bien. En mi aprendizaje hay infinidad de virtuosos que me impresionaban de adolescente. Pero por suerte los verdaderamente grandes me enseñaron algo mejor. Coge lo que necesites y adelante. La gente está esperándote. Así que opté por no aprenderme todas aquellas jodidas escalas raras que no harían falta para mostrarme como soy, ni para pasarlo bien tocando Rock and Roll.

Son muchos los momentazos que nos aporta este movimiento imparable. Tal sentimiento. Floridas conversaciones, intercambio de impresiones, anécdotas, tragos, incoherencias y risas que quedan sobre una mesa sin necesidad de escuchar una canción.

Son también muchos los encuentros que he tenido con Pablo Adán por diferentes cuestiones y creo que no ha habido día que uno de los dos no sacara el tema que aquí nos ocupa.

Espero lo disfrutéis y aprendáis algo más sobre el Gran Legado como lo he hecho yo al leerlo.

Miguel Ángel Escrivá. Santero.¿No estaremos hablando de marca personal y de rock and roll actitud? Gracias Miguel Angel

Miguel Angel y Santero y Los Muchachos actúan este viernes 28/11 20h. junto a Sidecars en Sala TClub, calle Barceló 11, Madrid.