Recuerdo un capítulo de la serie Friends, que me encantaba en su entonces, en el que se hablaba si era posible hacer algo totalmente altruista o si siempre que hacíamos algo nos reportaba un beneficio a cambio.
Al final resultó que todo lo que hacían les reportaba algún beneficio. Ser voluntario también lo hace. Ser voluntario, la mayoría de las veces nos da muchas más satisfacciones que lo que nosotros ofrecemos. Ser voluntario puede reportarte un buen CV, sobre todo si estás haciendo un voluntariado relacionado con tu campo de trabajo, puede hacerte conocer gente muy interesante y, yo creo que lo más importante, es que nos hace sentir bien con nosotros mismo. Mi teoría es que si tienes una época mala, hazte voluntario y esos momentos en que estés ayudando te sentirás mejor. Así lo pienso.
Por ejemplo, en Struga, Macedonia, estuve en una ONG con el programa de juventud en acción de la Comisión Europea. Mi proyecto principal era hacer una revista. Allí aprendí de edición, algo que nadie me enseñó en la universidad donde me enseñaron a editar con un tipómetro, un aparato de los años 60, y allí mejoré mis habilidades escritas de inglés. Gracias a este proyecto y a mis 8 meses en Macedonia cambió mi percepción de la vida totalmente. ¿Es esto desinteresado? Además de esto, unas pocas horas a la semana iba a Poraka Nova, un centro para chavales discapacitados maravillosos y cariñosísimos que te hacen sentir una reina nada más que entras por la puerta. Os digo que lo que yo recibí de esos ocho meses, no tendría años en mi vida para devolverlo.
Mi última experiencia de voluntariado fue en Hanoi, durante tres meses enseñando inglés unas pocas horas a la semana. Por esas pocas horas de mi vida, me he llevado grandes satisfacciones. Ayer mismo recibí una carta maravillosa de una alumna de doce años, la más lista de su clase. Era mi vecina y acabé haciendo gran amistad con su familia, gente generosa, sencilla y cariñosa. De hecho leen mi blog, gracias al traductor de Google y supongo que les encantará leer esto, pero es la realidad. Cada poco me escriben y me encanta saber que se acuerdan tanto de mí. La carta de ayer de la niña fue una maravilla. La carta se titula ‘Mi profesora’ y es realmente bonita.
Además de saber que tengo una familia vietnamita con la que no pienso perder nunca el contacto, gracias a ser voluntaria en Vietnam pude conocer el distrito de Dong Anh a las afueras de Hanoi (un lugar al que nunca habría llegado de otra forma), descubrí que ser profesora no es lo mío (me gusta jugar con los niños, no tener que ponerme seria y captar su atención y enseñarles cosas), hice muchos amigos geniales vietnamitas y aprendí muchas cosas de la cultura conviviendo con la gente local, que si hubiera estado por mi cuenta en la ciudad no habría podido conocer. Gracias al proyecto fui profesora de chavales jóvenes que trabajan una media de 10 horas al día en fábricas como Canon o Panasonic fabricando nuestra impresoras o cámaras fotográficas a cambio de una miseria que utilizan para pagarse unos estudios que les den un futuro mejor, durante las noches. Un tema que por otro lado es muy interesante para mí trabajo y sobre el que voy a publicar un par de reportajes. Una vez más, he recibido muchísimo más de lo que he dado.
No quiero sonar a Madre Teresa de Calcuta. Sólo os digo que lo probéis a ver si os resulta eficaz. No hace falta irte al este de Europa ni a Asia. En España también fui voluntaria, hay miles de cosas que hacer por allí, ya antes de la crisis. Con unas pocas horas a la semana que se sacan de cualquier lado, también tienen su resultado. Otro ejemplo es, si llegáis a una ciudad nueva y no tenéis amigos, meterte en un proyecto de voluntariado seguro que te pone en contacto con mucha gente nueva e interesante.
A finales de 2010 hice prácticas en Naciones Unidas Voluntarios y todo esto se repetía mucho y yo creo que tienen razón, y no como otras veces que me empeño en pensar que las organizaciones internacionales quieren comernos el cerebro para hacernos comportarnos como a ellos les interesa.
En el programa de Voluntarios de Naciones Unida o VNU tuve la suerte de trabajar con un ‘gurú’ del tercer sector, que es como se le llama al sector de las organizaciones que no tienen ánimo de lucro, con el objetivo de crear el ‘The first State of the World’s Volunteerism Report (SWVR)’ que salió en 2011. El experto es David Horton Smith. Un hombre que a sus 70 años trabajaba horas y horas al día apasionado por todo lo que hacía y que, cuando llegaba el fin de semana y los interinos a nuestros veintipocos años estábamos agotados por la semana, él cogía su maleta, un vuelo de ryanair o un tren y se iba a visitar nuevas ciudades de Europa. Eso sí, siempre para el viaje nos hacía fotocopiarle miles de páginas de nuevos documentos que encontraba para leerlas durante sus ‘vacaciones’. Para mí, totalmente una fuente de inspiración y él lo sabe.
Un día nos dijo David y nunca se me olvidará, algo así como que si entras en una habitación llena de gente y necesitas pedirle un favor a alguien, debes pedírselo al que veas que está más ocupado, porque esa persona en la más activa del grupo y será , por ello, la que más rápido te haga ese favor. En Naciones Unidas Voluntarios quieren conseguir que las empresas aprecien el voluntariado como experiencia laboral. Si esto se consiguiera igual más gente aprovecharía sus horas libre en proyectos de este estilo. Mientras tanto, dejadme deciros que aunque el voluntariado no cuente para el trabajo, sí que tiene muchos beneficios. Además, si una empresa tiene dos CV de dos candidatos similares, pero uno en el tiempo que ha pasado desempleado tiene alguna actividad voluntaria registrada y otro no, ¿no creéis que puede que interese más el primero?
¿Pagar por ser voluntario? ¿Hasta qué punto?
Muchas veces colegas o amigos me consultan sobre qué opino de ciertos proyectos que encuentran. Y, a veces, en esos proyectos te hacen pagar, en mi opinión, cantidades ingentes de dinero, por irte a otro país a ayudar. Sobre todo cuando se trata de África que es un continente que atrae mucho a las personas que quieren dedicar su mes de descanso al año en hacer algo diferente y constructivo.
Hay veces que te pueden llegar a pedir hasta 3.000 euros por ser voluntario. A parte de eso, es a ti a quien le toca pagar las vacunas, el transporte, visado y demás papeleos previos a un viaje a algún país. Esos 3.000 euros probablemente no lleguen a la comunidad local. Con esos 3.000 euros tienen que pagar los sueldos occidentales de los trabajadores que hacen posible que tú conozcas que existe ese proyecto, te convenza y quieras mudarte un mes a África o a la India o a donde sea a ayudar.
Mi modesta opinión es que si queréis iros de voluntarios, mejor busquéis una organización local que tenga buenas referencias y los contactéis directamente. Si queréis gastaros los mencionados 3.000 euros, directamente, dárselos a ellos, siempre y cuando tengáis seguro de que ese dinero llegará a buen puerto.