Serenata, montañismo y algún gen femenino

Por Jmbigas @jmbigas
El día 10 de Agosto se celebra la festividad de San Lorenzo, diácono. Los aficionados a mirar el cielo (con fines vagamente científicos), esperan en una de esas noches poder ver las Perseidas, popularmente conocidas como  Lágrimas de San Lorenzo, una lluvia de meteoros de actividad alta.

Fidel, durante su serenata de guitarra
(JMBigas, Agosto 2011)

El padre de mi amigo Fidel (que falleció hace unos pocos años; su padre, quiero decir) se llamaba Lorenzo, y Fidel tiene la costumbre en ese día de realizar la ascensión al Monte de San Lorenzo (2.271 m.), el pico más alto de la Sierra de la Demanda y de La Rioja, y el segundo más alto del Sistema Ibérico, después del Moncayo. El Monte San Lorenzo está bastante próximo a su pueblo de origen (Pradoluengo, en la provincia de Burgos). El día de San Lorenzo se celebra alguna misa en lo alto del monte, oficiando sacerdotes procedentes de Ezcaray y de Nuestra Señora de Valvanera.Fidel y mi amigo Andrés llevan varios años acudiendo en esos días a Valvanera. Entre otras actividades, Fidel realiza la ascensión del Monte en la mañana del día de San Lorenzo. Este año, por primera vez, yo también formé parte de la expedición. Fidel acudía desde Burgos, mientras que Andrés y yo fuimos desde Madrid. La cita en Valvanera era a las nueve de la noche de la víspera, para cenar juntos en la Hospedería.La primera manifestación del gen manipulador (inequívocamente femenino) que le asoma con frecuencia al carácter de Andrés fue la hora de salida. La víspera del viaje, por teléfono, me proponía salir de Madrid a las tres y media. Yo le sugerí que mejor a las cuatro, y así quedamos. A las cuatro me llamó para decirme que estaba terminando de comer en un restaurante junto a su casa (al otro extremo de Madrid), y que me recogería a las cuatro y media. Finalmente, salimos de mi casa casi a las cinco.Tras seguir toda la ruta hasta Valvanera, que tengo por ya contada, llegamos allí unos diez minutos antes que Fidel, que venía directamente desde Burgos capital, pasadas las ocho y media. Directamente nos fuimos a cenar, que los horarios del restaurante allí son bastante estrictos.

El artista junto a ese público que tanto te quiere
(JMBigas, Agosto 2011)

Había solamente tres o cuatro mesas ocupadas. Junto a la nuestra, tres mujeres y un hombre, que se veía no formaban familia. Resultaron ser J., una psicóloga mística de origen granadino y residencia en Alicante, y tres de los cuatro alumnos que la acompañaban en Valvanera para asistir a un curso experimental impartido por J. sobre algún tema inconcreto relacionado con la psicología, la afirmación personal, la autoestima, o cosas del género.El padre Jesús, prior y gerente de la Hospedería, se paseó por las mesas para saludarnos a todos. Surgió el tema de la ascensión al Monte San Lorenzo, pero este año ni él ni ningún otro monje del Monasterio podía subir al monte para celebrar la misa (que la edad, los achaques y la falta de sangre joven acaban pasando factura). J. estaba interesada en la ascensión (que no había realizado nunca) y preguntaba al padre Jesús en voz suficientemente elevada como para invitar a intervenir al resto de comensales presentes. Fidel no pudo resistir la tentación de exponer su experiencia en el tema. He conocido otras personas del perfil profesional de J. Acostumbrados a vivir de las debilidades, inseguridades y miedos de los demás, disponen de una agilidad dialéctica tal que les permite siempre decir la última palabra. Lo consiguen porque te callas, por educación, la siguiente réplica que ya sería una grosería. De hecho tuve un intercambio verbal con ella bastante agrio. Son personajes manipuladores, coloquialmente conocidos como comecocos, a los que sus acólitos tienen por gurús y le reconocen ciertas capacidades mágicas, o incluso milagrosas.El resultado fue que Fidel quedó con J. y sus tres alumnos (a los que ella convenció con poquito esfuerzo), para salir al día siguiente a las siete menos cuarto de la mañana en dirección a la cima del Monte San Lorenzo, una excursión bastante exigente, de unas cuatro horas. Ellos cuatro debían volver al Monasterio, porque a las cinco de la tarde tenían la clase de su cursillo. A Fidel, por el contrario, le recogeríamos Andrés y yo en el coche, cerca de la cima, para ir a comer a Valgañón.

La pista que sube desde Valdezcaray, en las cercanías
del Monte San Lorenzo
(JMBigas, Agosto 2011)

Le auguré a Fidel una ascensión complicada en compañía de J., especialmente, porque los tres alumnos parecían buena gente a carta cabal. Una sesión de comecocos durante el esfuerzo de la ascensión podía ser complicada. Pero los personajes como J. no tienen al silencio en su catálogo de réplicas. A la vuelta, Fidel me confirmó que mis predicciones no andaban muy lejos de lo que acabó siendo la realidad. Andrés y yo nos atuvimos al plan original, y no nos dejamos convencer por los repetidos intentos de J. de que les acompañáramos en la expedición.Después de cenar, Fidel cogió la guitarra y nos dirigimos al porche del edificio nuevo de la Hospedería, donde hay algunas mesas, aunque la cafetería estaba cerrada. La noche estaba fresquita de verdad (quizá trece o catorce grados). Siempre que consigue algún público amigo, a Fidel le gusta tocar un poco la guitarra (que lleva unos años estudiando) para irle perdiendo el miedo o la timidez a interpretar en público. Allí nos estuvimos un rato J. y sus tres alumnos, Andrés y yo de improvisado público.

La Sierra de la Demanda, desde el camino de ascensión
al Monte San Lorenzo (2.271 m.)
(JMBigas, Agosto 2011)

A la mañana siguiente, desayunamos a las nueve (horario de nuevo bastante estricto) y, tras pasear un poco por los alrededores del Monasterio, nos fuimos en el coche hacia la zona de Ezcaray. Ezcaray está a unos quince kilómetros en línea recta de Valvanera. Pero sortear la Sierra obliga a un largo rodeo, por Anguiano, Nájera y Santo Domingo de la Calzada. Desde Ezcaray subimos a la estación de esquí de Valdezcaray, y seguimos un poco más arriba por pistas de tierra, hasta la zona próxima al camino que utilizan los montañeros para la subida y el descenso del Monte San Lorenzo. Aparcamos el coche al borde de la pista, a unos 2.000 m. de altitud. A continuación realizamos nuestra parte de la ascensión, hasta los 2.040 m., por donde discurría el camino. A los pocos minutos apareció Fidel descendiendo desde la cumbre (algo tuvieron que ver los móviles en afinar los tiempos).Nos fuimos hacia Valgañón, donde comimos y sesteamos a continuación, episodio que ya he contado en otro artículo. Luego nos acercamos hasta Ezcaray, para tomar un refresco en una de las terrazas de la plaza. Ezcaray es un pueblo riojano muy bonito, que sufrió un boom inmobiliario en los últimos quince o veinte años, debido especialmente a que los vecinos vascos se aficionaron a comprar en el pueblo una segunda residencia. Un boom que en estos días parece mantenerle bastante al margen de la crisis universal, ya que a nadie le conviene hoy en día vender los pisos o casas comprados durante el período de locura, y acaban estando habitados todo el verano (por los propietarios, por los cuñados, por un grupo de amigos del hijo o la hija, o por el orfeón del pueblo de origen), y todo es riqueza para Ezcaray. Actualmente es un pueblo de 2.000 habitantes que llega a los 15.000 en verano.

En la lejanía se distingue el Moncayo (2.314m), el pico más
alto del Sistema Ibérico
(JMBigas, Agosto 2011)

Después de pasear un rato y visitar El Mercado de la Rioja (restaurante y tienda donde se venden productos regionales, y muy especialmente vinos de viejas añadas) eran ya las ocho y media. A menos cuarto empezaba el partido amistoso de fútbol Italia-España, que nos apetecía ver tranquilamente. Lo más razonable parecía buscar un bar con televisión en Ezcaray, y picar luego algo que, tras la comida pantagruélica, una cena formal no tocaba. Esa era la opinión de Fidel y también la mía.Pero apareció de nuevo el gen manipulador (típicamente femenino) de Andrés (que era quien llevaba el coche). Por motivos no confesados, no le apetecía quedarse en Ezcaray, y se nos llevó, de grado o por fuerza, al pueblecito de Badarán (600 habitantes), a una veintena de kilómetros de Ezcaray. En Badarán hay cuatro bodegas de vino de Rioja, y el pueblo está hermanado con la pequeña localidad de Madiran (Hautes Pyrénées), al noreste de Pau, en el distrito de Tarbes. Madiran también es una importante localidad vinícola, y centro de la Denominación de Origen (Appelation d'Origine) del mismo nombre.

Calle y casa en Ezcaray (La Rioja)
(JMBigas, Agosto 2011)

En Badarán hay tres o cuatro bares a lo largo de la carretera que cruza el pueblo. El lema del pueblo es Badarán: vino, chorizo y pan. Nos metimos en el primer bar que vimos con televisor. La primera parte del partido ya estaba mediado, y pedimos algo de beber. Luego intentamos hacer efectivo el lema, pero algo falló. La respuesta del dueño fue que el pan estará duro, y el chorizo que tengo no lo puedo servir.En la media parte decidimos buscar algún otro local con televisor y chorizo y pan. Fidel prefirió comprarse unos melocotones en una tienda de conveniencia que estaba abierta a esa ya avanzada hora. El gen manipulador de Andrés volvió a aparecer. Le preguntó al dueño insistemente por todos los vinos que tenía a la venta (de las bodegas del pueblo), y terminó sin comprar ni un chicle. A mí me recordaba a esas sesiones femeninas de shopping, en que se prueban toda la ropa de la tienda, pero se van sin comprar nada.

Mansión en Ezcaray (La Rioja). 2.000 habitantes censados,
que llegan a 15.000 en verano.
(JMBigas, Agosto 2011)

Íbamos ya para otro bar, para ver la segunda parte del partido (que estaba en empate a uno), cuando esta vez fue el gen cotilla (también inequívocamente femenino) de Fidel el que apareció. Le pareció que la cara del dueño de la tienda que ya habíamos abandonado le resultaba familiar, y nos hizo volver sobre nuestros pasos para hacer más averiguaciones. Resultó que, efectivamente, habían compartido Servicio Militar cerca de Vitoria. Tras repasar todas las anécdotas de ese período, el episodio terminó con Pascual (el dueño de la tienda, originario de Cárdenas, un pueblo vecino) intentando recordar la letra de la canción de la 44ª Compañía, mientras amagaba desfilar en plena calle.El resultado fue que el recorrido de cien metros entre los dos bares nos tomó casi cuarenta minutos, y la Segunda Parte del partido ya estaba mediada cuando nos sentamos en el nuevo local con dotación completa. Nos tocó asistir, dicho sea de paso, a la derrota de España por 2-1.Ya era cerca de la medianoche cuando llegamos de vuelta a la Hospedería de Valvanera.Lo que sucedió la mañana del día siguiente os lo contaré en otra ocasión.JMBA