Seres Imaginarios y animales Inmortales

Por Hablemos

Fuente: La Máquina de Von Neumann
Publicado: 3 octubre 2011 por Santiago Sánchez-Migallón Jiménez

Dejamos a un niño solo un pequeño plazo de tiempo en una sala. Se le dicen dos cosas:

1. que no mire en una caja cerrada que hay en el centro de la estancia.

2. que en la sala hay una amable princesa invisible que se llama Alicia.

¿Qué hace el niño? Según los resultados de este experimento realizado en 2005 por Jesse Bering, los niños a los que no se les dijo que en la sala estaba la princesa invisible tendían más a mirar dentro de la caja que los niños a los que sí se les dijo. La presencia de un "ser sobrenatural" sirve como motivador del cumplimiento de la normatividad social. Pero el mismo caso no sólo se cumple en chiquillos. Bering probó algo parecido con estudiantes universitarios: comprobó que alumnos realizaban menos trampas a la hora de realizar unos ejercicios en un ordenador si se les decía que en la habitación había un espíritu.

Pero, este "temor" ante lo sobrenatural ¿es innato o aprendido? Bering desarrolló un nuevo experimento. Como sujetos experimentales utilizó a alumnos de primaria de colegios españoles, la mitad de colegios católicos y la otra mitad laicos. Ante ellos se representaba una sencilla obra de teatro con títeres. Los dos protagonistas eran un cocodrilo y un pequeño ratón y en la historia, al final, el cocodrilo se zampaba al pobre roedor. Al terminar la función se preguntaba a los jóvenes espectadores si al morir el ratón, todas sus características personales había desaparecido con él. La mayoría afirmaba que, si bien su cuerpo se había extinguido, el alma permanecía, pensando que ahora el ratón se sentiría solo y nostálgico. Esta creencia era compartida por todos los niños desde los ocho hasta los doce años, independientemente de si su colegio era religioso o laico (aunque los niños de colegios religiosos tardaban algo más en abandonar esta creencia). ¿Tienen las creencias sobrenaturales entonces una base innata?


De aquí saco dos ideas que me parecen muy interesantes:

1. Es común sostener que lo que es innato en nosotros son nuestras capacidades y facultades cognitivas mientras que son aprendidas las creencias y los conocimientos. Por ejemplo, siguiendo a Chomsky, tenemos estructuras innatas que nos capacitan para aprender un idioma y darle una determinada gramática mientras que los contenidos de dicho idioma, los significados y usos, son aprendidos, lo que explica la existencia de diferentes lenguas. Sin embargo, en lo que no solemos caer es en que es posible que también existan conocimientos o creencias innatas. ¿No podría ser que nacemos creyendo o sabiendo determinadas cosas? Yo creo que sí pero, ¿cuáles serían? Jung nos hablaba de que toda la humanidad tiene un inconscinete colectivo, un conjunto de creencias arquetípicas que se expresaban con una diversidad de mitos, rituales y prácticas en las diferentes culturas. Ya es un intento.

2. A pesar de que creo firmemente que la creencia en el dios cristiano tal como es concebida tradicionalmente en Occidente es falsa, los experimentos de Bering son insuficientes para refutarla. Pensemos lo contrario. Supongamos que nuestra mente no posee ningún tipo de estructura o facultad para pensar en Dios. ¿Qué habría pasado? Que las religiones jamás hubiesen existido. Pero es que las religiones existen, por lo que nuestra mente tiene necesariamente que tener una base innata que permita pensar en Dios. Y que esta base innata tenga una utilidad para mantener la normatividad social tampoco refuta demasiado. Eso sólo es una peculiaridad de tal creencia, seguramente compartida con otras. La admiración y respeto del prestigio de las autoridades científicas también ayuda a que en las universidades funcione un determinado tipo de normatividad, y no por ello decimos que la ciencia sea una creencia falsa que garantiza el orden social. Para que estos experimientos sirviesen de argumento contra la creencia en Dios deberían probar de algún modo, no que la creencia es innata o adquirida o que pueda tener algún tipo de funcionalidad social, sino que es ilusoria. Y para eso son insuficientes.


Fuente: La Máquina de Von Neumann
Publicado: 3 octubre 2011 por Santiago Sánchez-Migallón Jiménez