Queremos seguir conociendo a alguno de los 559 autores que están detrás de los relatos que han llegado al Certamen Internacional de La Esfera. Hoy hablamos con Sergio Capitán, que ha obtenido una mención especial en la convocatoria. Esto es lo que nos ha contado:
¿Quién
es Sergio Capitán Herraiz? Nos referimos a la persona.
Para evadirme de la poca creatividad de mi
trabajo, empecé a partic
Además, soy profesor universitario asociado, lo que me permite no alejarme demasiado del elixir de la eterna juventud e intentar transmitir a los alumnos mi pasión por la tecnología.
No he plantado un árbol pero tengo dos hijas, de manera que, según mis cuentas, publicando un libro podría dar por completada la trilogía.
Por lo demás, soy un aprendiz de todo y un maestro de nada, y tengo la necesidad corporal de expandirme. Me encanta desafiar a las leyes de la física, y siempre que puedo saco a bailar a la pereza y doy de comer a la risa, con el fin último de buscar la belleza en todas las facetas de la vida.
¿Qué le llevó a la literatura y a escribir?
Siempre me ha picado el gusanillo de la escritura, aunque soy un mal lector. Hace muchos años, en una conferencia de Almudena Grandes, le pregunté si era posible escribir sin leer y me dijo que rotundamente no. Ahí supe que no llegaría muy lejos. Hace tres años me apunté a un taller de creación literaria en una biblioteca de mi localidad y
aunque no puedo asistir a muchas clases, he conocido a gente que me acompaña y motiva en esta afición.¿Tienes algo editado?
Algún relato en antologías similares a la vuestra. La verdad es que me gustaría más adelante editar un poemario o recopilar los microrrelatos que he escrito. Me falta el hilo conductor que hilvane y de sentido a dicha recopilación. Me veo incapaz de escribir un texto de más de diez folios.
Tu relato “"Obsolescencia programada" ha tenido una mención especial en V Certamen de Relato Corto La Esfera. ¿Qué nos puedes contar? ¿Cómo y desde dónde surgió?
Creo que lo peor que le puede pasar a un objeto es caer en desuso y me inquieta pensar que se diseñen las cosas con fecha de caducidad. Me aterra imaginar que esto pudiera aplicarse a las personas y a las relaciones humanas, de ahí surgió la historia.
¿Crees que escribir es una necesidad fisiológica más?
Puedo vivir sin escribir pero no escribir sin vivir. Intento partir de cosas que conozco bien, aunque luego tire mucho de imaginación y vidas soñadas. Lo definiría más bien como un vicio. Hay un concepto que se utiliza al hablar de la ludopatía y es el refuerzo intermitente. Participo con frecuencia en certámenes y pueden pasar muchos meses sin tener un reconocimiento por mis escritos. Entonces pienso que quizás no se me da bien y debería centrarme en otras aficiones, pero llegáis vosotros y me dais esta mención especial y ya tengo gasolina para un tiempo. Me he tirado épocas largas sin escribir una sola línea y otras le he dedicado dos horas diarias a este vicio. Soy muy crítico con mis propios textos y las pocas veces que han resultado premiados siento una especie de síndrome del impostor.
¿Cuál es tu definición de relato corto?
En estos tiempos de la inmediatez y el aquí y ahora, el relato corto es perfecto. Por no copiar a Fernando Vidal, el ganador, que hablaba de píldoras, yo lo compararía con un chupito de tequila. Trescientas palabras las lees con la mente en un minuto. Más o menos el mismo tiempo que en el ritual de echar la sal, beber y morder el limón. Y…¡qué bien sabe si está bueno!
¿Qué es lo que consideras más importante en el relato corto?
Una vez escuché una frase, aplicada a los paliativos: “Cuidar es preparar los finales”. Creo que aplica a muchas cosas en la vida. En este sentido, considero que una historia bien definida debe tener un brillante final. Muchas veces leo microrrelatos ganadores y pienso: ¡Qué cabrón/a! Admiro a la gente que a textos muy bien escritos los acaba cosiendo un final rompedor que o bien te arranca una carcajada o te hace ver que te ha engañado en las doscientas y pico palabras anteriores.
Si tuvieras que elegir un personaje de ficción de algún libro para sentarte a charlar un rato, ¿a quién elegirías?
Este verano leí por segunda vez “El último encuentro” de Sandor Marai. La escena final, en la que dos antiguos amigos se despiden no sin antes hacerse dos preguntas que definiría como vitales…pagaría por estar allí con ellos, ver sus miradas y meterme en su conversación.
Todo escritor tiene uno o varios escritores preferidos, ¿podrías confesarnos cuáles son los tuyos?
Ya he indicado que leo mucho menos de lo que me gustaría, pero disfruto con las novelas policíacas de Lorenzo Silva y la poesía de Lorca o Benedetti.
¿Tienes alguna manía especial a la hora de ponerte escribir, algún ritual?
Hace poco aprendí un término nuevo, conticinio, que es la hora de la noche en que todo está en silencio. Mis mejores escritos han sido en la franja horaria de las 5 a las 6 de la mañana, cuando el insomnio y las musas llaman a la puerta. Fuera de eso, lo único que necesito es tener una ventana cerca, para levantar la vista y empezar a soñar.
¿Qué relación tienes con las redes sociales?
En general, tengo una actitud de perfil bajo en la que sigo a algunos referentes. En Twitter si soy más activo y ello me permite participar en algunos retos y conocer los relatos premiados en concursos de algunos de mis autores de relatos cortos más admirados, por ejemplo Patricia Collazo, Margarita del Brezo, Esther Gómez o Elena Bethencourt. Gracias a ellas, os conocí en Abril de 2020, y debo confesar que en aquellos días de duro confinamiento, teletrabajando, paraba media hora antes de comer y subido en una bicicleta estática desde un rincón de casa en el que me daba el sol y escribía algún tweet para vuestro reto.
¿Algún proyecto literario en el horno?
La verdad es que no. Me conformo con seguir escribiendo dos-tres textos semanales, microrrelatos en su mayoría. Estoy mirando algunos cursos on-line para seguir aprendiendo, dado que ahora lo presencial está en tela de juicio.
¿Qué harías si pudiera cambiar algo en apoyo para los nuevos escritores?
Más iniciativas como la vuestra, sin duda que animan a la gente a escribir. Creo que todo escritor que se presenta a algún certamen tiene un puntito de vanidad, y ver su nombre en una antología siempre es agradable (además de un refuerzo intermitente).
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