Sergio del Molino. La España vacía: Viaje por un país que nunca fue

Publicado el 28 enero 2021 por Juancarlos53

Un viaje histórico, biográfico y sentimental por un país deshabitado dentro de España En solo veinte años, entre 1950 y 1970, el campo español se vació. Las consecuencias de este éxodo marcan el carácter de la España de hoy. Un ensayo emocionante y necesario sobre las raíces de un desequilibrio que hace tanto daño a la ciudad como al campo. Un viaje a los pueblos de la España vacía y un análisis de la literatura, el cine y la historia que los relata. Hay que viajar muy al norte, hasta Escandinavia, para encontrar en Europa unas densidades de población tan bajas como las de la España vacía.[Sergio del Molino es un] excelente prosista, capaz de hacer relevante lo trivial con el solo poder de la palabra exacta y la formulación imaginativa. ( Ricardo Senabre, El Cultural)

Me encanta el paseo que realiza el autor por la historia, sobre todo la literaria, de España para dar una explicación plausible de por qué y desde cuándo se ha producido este vaciamiento. Sergio del Molino se ha documentado en profundidad. No hace afirmaciones a humo de pajas, todo lo que sostiene tiene bases sólidas. El cuerpo de notas que incorpora a su ensayo es extenso. Su opinión, personal y original, no surge de la nada, se construye sobre consistentes cimientos. Tras leer el se comprende que el sintagma " España vacía" desde que apareció en este libro haya tenido éxito y que esta obra haya suscitado un debate importante en el seno de nuestra sociedad. Si he entendido bien a Del Molino la idea que subyace en la expresión de marras no sólo se circunscribe a localidades desaparecidas o en vías de desaparición. Tiene un sentido más amplio, más profundo. No habla sólo de poblaciones semidesérticas. A mí, sus planteamientos me han parecido atinados, interesantes y bien traídos.


Sergio del Molino publica en 2016 este ensayo que indaga sobre el desierto humano en que se está convirtiendo -si no está convertido ya- buena parte del territorio español. El escritor en su afán de concreción llega a circunscribirlo a una serie de provincias, unas 14, que con la salvedad de Madrid -auténtico agujero negro propiciador en buena parte de este vaciamiento- forman una especie de España interior dentro de España ("catorce provincias quedaron heridas de muerte y agonizan hasta hoy. Huesca, Guadalajara, Teruel, Soria, Ávila, Cuenca, Zamora, Burgos, León, Salamanca, Palencia, Segovia, Lugo y Ourense se convirtieron prácticamente en desiertos "). Este vaciado no es producto exclusivo de los últimos años (el "gran trauma " producido entre 1950 y 1970), sino que es un proceso que con mayores o menores altibajos viene sucediendo desde la industrialización de zonas peninsulares a partir del último tercio del siglo XIX; este desarrollo industrial tuvo sus dos principales polos en Vizcaya (la metalurgia) y Barcelona (el textil) y hacia allí que se desplazó buena parte de la población sobrante en campos y ciudades de provincia de esa España que malvivía. Otros importantes puntos de atracción fueron también Madrid, Valencia o Sevilla.

La cuestión " España vacía" no radica sólo en esta emigración, normal en todos los países y habitual a lo largo de los siglos, sino en la cultura que contra los pueblos de origen y sus habitantes existe en España desde tiempo inmemorial, especialmente desde el Renacimiento que contrapuso los valores burgueses radicados en las ciudades que surgían por entonces al ruralismo presente en los feudos que existían así desde hacía al menos un milenio. Se gestó en el XVI una literatura que cantaba lo campesino y pastoril pero idealizado, es decir, visto desde la impostada evocación nostálgica de aquellos que vivían en la ciudad y se sabían procedentes del campo. Era, pues, un mundo falso el de esas églogas y novelas pastoriles; frente a ellas surge también en esa época una literatura realista que llama a las cosas por su nombre y que se patentiza en novelas -la picaresca o el mismísimo "Quijote"- y ensayos como el de fray Antonio Vélez de Guevara, "Menosprecio de corte y alabanza de aldea". Este tipo de literatura extiende la idea de lo rural como mundo embrutecido, feo y peligroso, frente a un universo cortesano refinado y hermoso. Incluso la obra de Vélez de Guevara, a pesar del título, es una reafirmación del mundo urbano; queda la aldea, el mundo rural, sólo como refugio del fárrago ciudadano al estilo de la ' vida retirada' cantada por Fray Luis de León, o sea, el Beatus ille horaciano.

Esas dos visiones del campo son las que pasando los siglos han persistido entre nosotros (y no sólo entre los españoles sino prácticamente en todo Occidente): la visión de Henry David Thoreau de las excelencias de la vida en el campo y la del peligro de vivir en él que sostenían muchos otros autores. Para evitar el peligro sólo quedaba la educación ( Rousseau o la leyenda alemana del buen salvaje Kasperhauser). En definitiva, siempre mensajes que no servían para solventar las perentorias necesidades -hambre especialmente- de estas zonas depauperadas o que a lo más las convertían en meros lugares de escapada (segundas residencias, urbanizaciones en medio del campo) para tomar oxígeno y proseguir la vida de urbanitas.

Del Molino reconoce ya esta idea de la España vacía en nuestra literatura ( Galdós, Delibes, Cela, Luis Martín Santos, Julio Llamazares...), en nuestro cine (el estudio sobre el documento en imágenes de Buñuel, Las Hurdes, es fantástico; también es muy reveladora su opinión sobre la película "Surcos" de José Antonio Nieves Conde, así como lo que manifiesta sobre esa serie de películas protagonizadas por Paco Martínez Soria que se burlaban del paleto que arribaba a la gran ciudad y que tanto hacían reír precisamente a esos espectadores que no hacía tanto habían cambiado el mundo rural por el urbano), y plenamente presente en nuestra historia política a partir del siglo XIX, llegando incluso hasta nuestros días.

En nuestro país, como sucede con tantas otras cosas, estas provincias vacías han sido utilizadas políticamente -lo siguen siendo actualmente- precisamente por aquellos que hablando de favorecerlas y sacarlas de su ostracismo lo único que perseguían era ventaja para afianzarse ellos en los grandes núcleos urbanos que desde hacía años las estaban debilitando. Pone como ejemplo el sistema electoral por circunscripciones provinciales que la Constitución del 78 ideó. En teoría era una manera de favorecer la representación de estos territorios en las Cortes pero en el fondo lo que perseguían los dos grandes partidos era evitar la competencia con otras posibles nuevas fuerzas políticas que pudieran surgir en las grandes ciudades, algo que en estas provincias más tradicionales y conservadoras era impensable que sucediera. Como se ve, de nuevo la gran paradoja -tristemente tan habitual entre nosotros- sigue en su apogeo: con un lenguaje de alabanza de aldea lo que se pretende es consolidar la ciudad (la corte) a expensas de aquella.

    Desde Veruela, Bécquer diseñó la primera cartografía romántica de la España vacía. Con él empezó el mito. [...] Con el tiempo, los habitantes de aquellos desiertos hicieron suyos esos relatos y empezaron a vivir conforme a ellos. El turismo lo propiciaba. [...] desde el momento en que la España vacía asumió que no le quedaba nada más que pasado. Éste, por fuerza, tiene que ser real. Incluso el Quijote ha de serlo. (pp. 148, 151, 153)

Sergio del Molino (Madrid, 1979) es escritor y periodista. Premio Ojo Crítico y Tigre Juan por La hora violeta (2013), una novela testimonial dura y muy emotiva que hace cosa de dos años leí y reseñé en este blog. Es autor también de otras novelas: No habrá más enemigo (2012), Lo que a nadie le importa (2014) y La mirada de los peces (2017). El ensayo que he reseñado aquí, La España vacía (2016), fue un auténtico fenómeno editorial en nuestro país donde abrió un debate social, cultural y político inédito. Recibió el Premio de los Libreros de Madrid al Mejor Ensayo y el Premio Cálamo al Libro del Año, y fue reconocido como uno de los diez mejores libros de 2016 en España por la inmensa mayoría de la prensa. En 2013, El Cultural de El Mundo le escogió como uno de los narradores españoles menores de cuarenta años más relevantes. Actualmente colabora en diversos medios de comunicación, como El País, Cadena Ser, Onda Cero, Mercurio o Eñe.