El 5-0 ante la U.D.Las Palmas fue un bonito espectáculo en el que se fallaron muchos goles y el meta canario evitó unos cuantos mientras Ter Stegen solo tocó el balón con los pases de sus defensas.
Y fue un recital arriba con Suárez en racha, André Gomes aprovechando los minutos y Aleix Vidal demostrando que Luis Enrique se equivoca manteniéndolo en el ostracismo y en su gol hubo cierto mensaje reivindicativo.
Pero lo mejor estaba por llegar. En el Sanchez Pizjuan, un Madrid asustado, defensivo, no pasaba del empate ante el Sevilla y apareció el colegiado para regalarles otro penalti, para que supiéramos que Cristiano estaba jugando y anotara su cuarto de la temporada en liga desde el punto fatídico para casi todos, salvador para el Madrid.
Y cuando ya los culés rezábamos para que acabara aquello, temerosos de un nuevo penalti, de un cabezazo pasado el tiempo o de cualquier otra cosa de las que los blancos acostumbran a disfrutar, llegó el fallo de Benzemá, la mala decisión del propio Ramos y la cantada de Keylor ante el disparo de Jovetic, quien ya ha justificado su fichaje.
La liga recupera cierta emoción, y los culés volvemos a soñar. Y todos expectantes con la renovación de Messi, en la que muchos especulan con las cantidades, y tal vez prefieren no pensar en que los temores del argentino se basan más en decisiones judiciales que en el propio dinero a cobrar.
Pero bueno sería que personajes como Oscar Grau, ansiosos de su minuto de gloria, trabajaran en silencio para garantizarles a los aficionados la continuidad de Leo, sin comentarios fuera de contexto, sin palabras ambiguas, dando seguridad.
Y es que Sevilla, hasta en eso, tiene un color especial. Y ayer los colores se los sacaron a los rivales. Y a ciertos comentaristas que ignoran que narran para una emisora que no es RMTV.
Aunque ellos parezcan cobrar del mismo sitio.