Llega a casa, no tiene ganas de cenar. Sigue dándole vueltas a la cabeza, pensando que puede hacer para salir de esta situación tan asfixiante. Tres hijos en edad de estudio, hipoteca... Su mujer trabaja a media jornada para ocuparse de los niños, pues él trabaja todo el día. Cualquier ingreso en casa es poco para lo que necesitan, en su intento de llegar a final de mes.
Sergio tiene un restaurante en un polígono industrial, “a fuego lento”. Famoso por hacer la mejor comida de la zona. Hace años madrugaba y se partía la espalda en el negocio como hoy, pero el negocio respondía dando beneficios. Cientos de empleados de las empresas del polígono saciaban sus hambrientos estómagos con el buen yantar que Sergio les ofrecía. Sin embargo, desde hace cerca de 2 años el polígono no es ni la sombra de lo que fue. Las calles del mismo, se parecen más a las de una ciudad fantasma que a las de un centro de trabajo, donde se concentran cientos de empresas.
De esas empresas, apenas quedan en pie cerca de cien. De los miles de trabajadores que llegaban de madrugada al polígono, apenas siguen madrugando unos centenares. Varios miles de empleados fueron despedidos como perros, tras años de total dedicación a su empresa. Los que quedaron, madrugan angustiados con la idea de que cualquier día pueden ser ellos los siguientes.
Carlos, Lucas, Manolo, Marta, su tocayo Sergio...muchos de ellos ya no se acercan por su restaurante. La mayoría han sido despedidos y los pocos que siguen trabajando, no se pueden permitir comer en el “a fuego lento” porque les han bajado el sueldo dos veces y tienen que hacer números constantemente para llegar a mediados de mes.
Palabras como Hipoteca, reforma laboral, rescate, bancos o Alemania están en la boca de los pocos que toman café de buena mañana o se comen las lentejas que ese día tiene Sergio en el menú. En el “a fuego lento” las risas, los gritos y las propinas, han sido sustituidos por caras largas, silencio y Tupper acompañado por un botellín de cerveza.
Sus clientes han sufrido recortes de sueldos, sus proveedores han subido precios porque a ellos les cuesta más el gasóleo de las maquinarias y Sergio, tiene que ajustar precios para que el negocio, aunque ya no es rentable, no se convierta en un lastre económico para sus bolsillos.
Sergio está completamente indefenso antes cualquier percance que le obligara a coger la baja. Esa palabra no existe en el lenguaje de los autónomos y más, cuando no puedes pagar las cuotas desde hace meses.
La historia de Sergio es un ejemplo pero como él, hay millones de españoles que tienen un trabajo (afortunado diría alguno), el trabajo es ya una auténtica pesadilla para ellos, pero su desesperación les lleva a aferrarse a él como la última esperanza de sus vidas completamente derrumbadas.
Todos esos millones de españoles “afortunados” que son castigados por políticos, banqueros y empresarios con la teoría del “victim Blaming”, tienen que ver como el estado ayuda económicamente con dinero público, a los mismos bancos que han cerrado el grifo para sus pequeñas y medianas empresas. Las mismas entidades que no perdonan un céntimo de los préstamos e hipotecas de las personas de las que sale el dinero del rescate y que las deshaucian sin remordimiento alguno.
Esos españoles ven como ustedes siguen viviendo a todo tren con coches oficiales o dietas de 1.900€ para los que supuestamente no tienen vivienda en Madrid, a pesar de que gente como Montoro la cobra y sin embargo, declara poseer tres en esa ciudad.
Ni que decir tiene los otros 6 millones de españoles parados, de los que no habíamos hablado aun y que no encuentran trabajo, a pesar de que ustedes insisten en decir que “el que no trabaja es porque no quiere”.
La vida en este país, para los “afortunados” y los parados que no tenemos la fortuna de ser millonarios ni políticos, se ha convertido en una auténtica penitencia en vida así que al menos, señores políticos, tengan la decencia de no volver a decirnos que hemos vivido por encima de nuestras posibilidades. Basta ya de maltratarnos psicológicamente con mentiras burdas que ya llueven sobre mojado.
Con todas sus memeces están haciendo méritos para que el congreso sea asalto y no sólo rodeado. Y tómense este escrito como quieran, pero lejos de ser una amenaza, su intención no es otra que la de advertirles de lo que se respira en el día a día de la población que ustedes, lamentablemente, tienen olvidada.