Este año he tenido que visitar la playa un poco más tarde de lo normal, y aquí me hallo, tumbado sobre la arena caliente escuchando el mar y el tecleo de fondo dispuesto a hablar de The Strain, la que sin duda es mi serie favorita de este -tardío - verano del 2014.
The Strain tiene todo lo bueno de una película de terror y de las muy particulares creaciones de Guillermo del Toro, siendo un acercamiento tan serio y plagado de detalles - en lo que se refiere a la anatomía de las criaturas, su forma de actuar, del mundo paralelo en el que existen y que tiene reglas propias - que al final, lo que queda, es pura diversión. Uno no tiene que hacer apenas esfuerzo para creerse todo lo que se nos propone en pantalla, porque parece tan documentado dentro del mundo que del Toro ha decidido levantar, que a pies juntillas veremos como estos nuevos vampiros tan alejados de las cursilerías de nuestro tiempo tratan de hacerse -otra vez- con la humanidad.
Especialmente acertado resulta la mezcla de épocas para recalcar la maldad de los monstruos que pueblan el relato, y de lo que no daremos mucho detalle para no spoilear a nuestros lectores. Sólo diremos que una buena porción de la serie se desarrolla en un periodo histórico en el que reinaba la maldad más absoluta y ellos, los enemigos en The Strain, campaban a sus anchas aprovechándose del festín que el horror les brindaba. Es una manera original de aportar algo de dinamismo a las tramas y a la vez de reforzar el carácter demoniaco del principal enemigo.
En su contra sólo podemos esgrimir la cantidad de buenos detalles que han dejado atrás con respecto a los libros en los que se basa. Pero suponemos que para rellenar una primera temporada han tenido que introducir nuevos elementos y eliminar otros. En cualquier caso, The Strain es una muy buena opción si, como yo, os encontráis de vacaciones y queréis algo bien hecho y ligero para ver en vuestros ratos libres. Y si no, también.
Amantes del terror, os lo vais a pasar de fábula.