Señores lectores, el discernimiento es lo que nos ayuda a distinguir entre el bien y el mal; entre lo bueno y lo malo; entre lo moral y lo inmoral; entre lo seguro y lo inseguro; entre lo saludable y lo pernicioso. La conciencia es uno de los principales elementos psicológicos que nos impide ir en contra de nuestro discernimiento. El cinismo, el impudor, la desvergüenza y el descaro son elementos que nos impulsa o nos permite ignorar al discernimiento. El discernimiento apoya al buen juicio y al sentido común.
Existen entonces dos tipos de discernimiento: el discernimiento bíblico (o cristiano) y el discernimiento filosófico.
El discernimiento bíblico es el que utiliza a la Biblia como base, criterio, modelo o autoridad, para poder distinguir entre lo que es "bueno" y lo que es "malo", desde el punto de vista de Dios. Este concepto tiene raices muy profundas. Proviene de autoridad hebrea, y está todo explicado en el libro de Proverbios, que nos habla de "bi-náh" (entendimiento) y de "tevu-náh" (discernimiento), Pr 2:3. La persona que compagina el conocimiento y el discernimiento controla lo que dice y es sereno de espíritu (Pr 17:27). A diferencia de los 'faltos de corazón', las personas de "discernimiento amplio" guardan silencio cuando deben. No traicionan la confianza que se ha depositado en ellas (Proverbios 20:19). Como saben que el habla imprudente puede hacer daño, las personas que tienen discernimiento son 'fieles en espíritu'. Son leales a sus compañeros de creencia y no divulgan asuntos confidenciales que pudieran poner en peligro a estos.
Bíblicamente, el discernimiento es tan antiguo como Adán y Eva. El árbol de la ciencia del bien y del mal bien podría decirse que es el árbol del discernimiento. Vivir actuando humana y responsablemente es vivir discerniendo en una u otra forma.
Mientras que el discernimiento bíblico se adhiere a una norma y una autoridad superior, el discernimiento filosófico se apoya en patrones de conducta establecidos, que te ayudan a distinguir entre lo que es "bueno" y "malo", desde el punto de vista humano, cuya norma de valores se basa en la acumulación del conocimiento basado en la observación del comportamiento humano, sus motivaciones y pensamientos, etc.
Lo cierto es que la práctica del discernimiento y nuestros primeros contactos con éste, nos viene desde muy temprana edad, y a través de nuestros padres o nuestros tutores. Ellos disciernen por ti cuando eres un bebé o un niño, y te transmiten el conocimiento de lo que está bien y está mal, de lo aceptable e inaceptable, y de lo que es seguro y lo que es peligroso. Ligado a esto va también el concepto de obediencia. Asi como se aprende a obedecer, también se aprenden las consecuencias del desobedecer o el elegir el camino de lo malo o lo incorrecto (la malicia).
Más adelante, cuando uno comienza a tener contacto con las experiencias reales de la vida (después de haber obtenido esta base importante de discernimiento, idealmente), empieza uno a observar que esa línea que divide el bien y el mal, o lo correcto de lo incorrecto, no es tan clara como en las fábulas y cuentos, o en las películas infantiles de super héroes. Existen más áreas grises, e incluso ocurre entonces la influencia psicológica y filosófica de ciertos vicios y corrientes sociales, como pueden ser la política, la moda, las costumbres, la poderosa influencia de los medios masivos de comunicación, la propaganda, etc, que no siempre nos ayudan a discernir entre lo auténtico y lo ilegítimo, o lo armónico y lo disonante, o lo valioso o lo fino y lo ordinario. Estas tendencias sociales nos pueden empujar hacia preferir lo equivocado. Es ahí, en ese momento, cuando uno como individuo debe hacer el mejor uso del valor al que se refiere este artículo.
Asi como mencionaba en mi artículo sobre el valor Humanidad, que la avaricia y la codicia extrema nos llevan al deshumanismo, ahora les digo que también en muchos casos nubla la mente hasta anular el discernimiento. Esta ausencia de discernimiento, en el menor de los casos nos hace pasar vergüenza, mientras que en el peor de los casos puede afectar el destino o el bienestar, o al menos la reputación colectiva de millones de personas de un país (o paises).
Muchas veces el discernimiento puede obtener ayuda en la oración, no solo porque al orar interiorizamos, sino también porque este valor, el discernimiento, encuentra apoyo en los siete dones del Espíritu Santo, que son: Sabiduría, Inteligencia (Entendimiento), Consejo, Fortaleza, Ciencia, Piedad, y Temor de Dios.
"El bien es el bien, y el mal es el mal. No puede haber confusión" ... Capt M