Aunque la otoñada ya estaba en sus últimos coletazos, el colorido le seguía dando al paisaje unos contrastes preciosos.
El bosque del valle del Ortigal es el más extenso de Galicia. Aquí podemos hallar en función de la ladera (condiciones climatológicas) y del sustrato, variaciones locales interesantes en cuanto al estrato arbóreo presente y dominante. Carbas o Robles albares Quercus petrae y Melojos o Cerquiños Quercus pyrenaica se disputan por dominar el bosque entre Acebos Ilex aquifolium y Abedules Betula alba.
En parte del camino vimos varios rastros que atribuyo a un ratón de campo. Se corresponden con la imagen superior e inferior.
Me encontré con estas huellas que en un principio, en el campo, atribuí a un Lirón gris Glis glis. Ahora, despues de consultar la guía con más calma, se las atribuyo a una Ardilla Sciurus vulgaris. Aunque, ambas especies dejan unas huellas muy similares. La posición de las mismas (muy juntas y en grupos de cuatro regulares) además de que en mi opinión (y basándome por la hoja del abedul), son de un tamaño algo superior al de las marcas que dejaría el Lirón. Aunque, a pesar del razonamiento, mi idea está sujeta a equivocaciones...
Las ardillas siempre se desplazan a saltos cuando están en el suelo. La distancia entre las huellas y el hecho que no encontráramos ningún rastro que no fuese a saltos, tambien apuntan a la ardilla como autora de las huellas.
Más rastros del roedor. Merece la pena pinchar sobre la imagen y observar mejor las huellas.
Una vez llegados a la Campa do Ortigal paramos a echar un vistazo a lo que nos rodea. La nieve que pisabamos cubría una braña, una zona húmeda que ayudada por la labor del ganado se convierte en un pastizal natural. Nos rodean bosquetes de Acebos y algunos Abedules. Los contrastes entre la nieve, el cielo y los restos de la otoñada dan lugar a un paisaje precioso.
Una panorámica del paisaje que dejamos atras. Un precioso recorrido por el bosque que estuvo adornado por los ladridos de dos Corzos Capreolus capreolus, los sonidos de los Arrendajos Garrulus glandarius que delataban nuestra llegada a los demás seres del bosque y el avistamiento de varios páridos y una decena de Zorzales alirrojos Turdus iliacus .
En la foto superior, unas huellas de Liebre de piornal Lepus Castroviejoi. Sus patas son auténticas raquetas perfectamente adaptadas a la nieve.
En este bosque podemos encontrarnos con numerosos Robles albares Quercus petrae centenarios. Son unos ejemplares espectaculares! Al ver el tocón, surge la ocurrencia que el epiteto específico petrae de este roble, haga mención a su aspecto macizo y "petrificado" y similar a una roca grande. Pero, no se debe exactamente a eso: petrae deriva del latino petraeus: "que crece entre rocas", y alude a la tendencia de esta especie a vivir en sitios más agrestes y secos que otros robles.
Todo esta belleza que acabáis de ver pertenece a un sistema montañoso superior: la Cordillera Cantábrica. A pesar de su alto contenido en biodiversidad, estas montañas están amenazadas. Las minas a cielo abierto, las autovías, los parques eólicos, los embalses, las pistas de ski y las urbanizaciones, entre otras muchas amenazas quiebran, fragmentan y destruyen esta Cordillera. Hoy con motivo del día de las Montañas, solicitamos protección para el conjunto de este sistema montañoso y su declaración íntegra como Reserva de la Biosfera de la UNESCO.