Estos señores hacen poesía y le ponen música, o hacen música y le ponen versos, y los tres han sido y son parte integrante de mi vida.
Joan Manel Serrat es el más antiguo en mis recuerdos. Sus primeras canciones (en catalán) se mezclan en mi mente con el juego de la charranca en el patio del colegio (la rayuela, diría Cortazar) y mis primeras verbenas de San Joan en el barrio, con su música en el tocadiscos; y con un autógrafo que no conseguí y me costó un castigo en mi temprana adolescencia porque lo vi delante de mi casa firmando y me escapé.
Cuando vivía en Madrid y sentía nostalgia de Barcelona escuchaba sus canciones. Por eso, por formar siempre parte de mi vida, tiene un cameo en Nunca fuimos a Katmandú ;).
Joaquin Sabina también sale (en mi novela), aunque apareció en mi vida mucho más tarde. Cuando la movida madrileña, cuando las noches eran largas y las gastábamos en el barrio de Malasaña. Muchas veces coincidimos en el "Choose me", (él, y todo el golferio de la época saben de qué hablo). Desde entonces me ha acompañado. Me levanta el ánimo con sus canciones y siempre me arranca una sonrisa cómplice, como a Laura en Nunca fuimos a Katmandú.
Me recuerdo alguna madrugada cantando a voz en grito "Al alba" con mis amigos por en medio de la calle de Alcalá recién regada, después de salir de Bocaccio, donde por cierto, también estaba él.
Ahora lo reencuentro en Twiter de vez en cuando y me alegra poder seguir disfrutando de su poesía.
Desde aquí, mi pequeño homenaje a los tres y mi agradecimiento por haber enriquecido mi vida con su inspiración :)
¡Buen finde para tod@s!