"Planta un árbol, escribe un libro y ten un hijo": el popular dicho de origen árabe forma, hoy en día, parte consustancial de nuestra sociedad y nuestra filosofía de vida. A medida que ha aumentado el tiempo libre y de ocio, la educación se ha hecho un bien universal y, sobre todo, se ha extendido el uso de las nuevas tecnologías y de las redes sociales, hay cada vez más gente aficionada a la escritura, más gente que ha convertido la escritura en una parte importante de su vida y que siente el legítimo deseo de publicar.
Buena prueba ello son los numerosos certámenes literarios que se convocan cada año, el incremento de participantes en los mismos, la multiplicidad de webs con contenido literario, blogs personales, el auge de los booktubers, bookgramers y demás influencers literarios, o la proliferación de asociaciones, grupos y redes de escritores. Tal ha sido, en fin, la explosión de quienes se animan a escribir un libro (uno al menos), que ha dado lugar a la aparición de una nueva criatura: el escritor novel, hecho que no ha pasado inadvertido para el ojo siempre avizor del mundo del mercado, experto en encontrar y explotar nuevos nichos para ganar dinero.
Así, alrededor de la figura del autor novel, de su situación y posibles necesidades, se ha creado con rapidez un andamiaje de servicios literarios para escritores noveles: cursos literarios de todos los géneros y niveles, libros para alcanzar la excelencia o el éxito literarios, editoriales de autopublicación, coedición o publicación online, corrección y maquetación de originales, diseño de portadas, posicionamiento, elaboración y mantenimientos de blogs, asesoramiento en el uso de las redes y un largo etcétera que va desde el servicio puntual hasta la "promoción integral" del escritor, signifique esto lo que signifique.
De hecho, la oferta se ha vuelto tan extensa, tan inabarcable, que el escritor novel se encuentra ante ella como un turista en un mercadillo: confundido, aturdido y, si se descuida un poco, estafado. Porque este universo creciente de servicios literarios para escritores noveles, o paraliterarios, se mueve no sólo en parámetros de variedad, calidad y precio, sino también en distintos niveles de ética e integridad que van desde la buena fe y el altruismo más desinteresado hasta la rapacidad más descarada.
En un extremo nos encontramos, por ejemplo, a quienes cuentan sus experiencias para evitar que otro cometan sus mismos errores (como este artículo de Jon Icaro, sobre las ventas en Amazon) o quienes elaboran excelentes tutoriales que facilitan la vida al escritor (como este vídeo de Alberto Fausto, sobre maquetación de libros), y lo hacen gratuitamente, a través de cualquier red social, sin más interés, si acaso, que aumentar la visitas de su sitio. En el otro lado del espectro, están quienes aplican con mucha liberalidad la línea que separa la verdad de la mentira (en este foro -hay otros muchos- se pueden leer algunas opiniones sobre malas experiencias con editoriales) y tratan de captar a su clientela con publicidad tan engañosa que roza lo delictivo.
En próximos artículos entraremos en mayor profundidad en estos servicios editoriales para escritores noveles para que, si es tu caso, puedas tener una mayor claridad a la hora de discernir el grano de la paja en este tipo de servicios.