(Segunda receta de las 4 que salen de los fogones juan re crivello y este humilde pinche)
Jooder, ¡qué tarde!, me dejé liar por juan re, el cruce de recetas y aun no había comenzado a preparar la cena, los invitados de camino….Menos mal que son de confianza. Nada, mientras la hago pongo la tele de la cocina, hoy dan el debate.
Queridos espectadores de Telebola, tras la pausa publicitaria retomamos el programa en el punto que había quedado. Recuerden, esto es “Debateados”, el debate más esperado de los últimos años y que enfrenta a los dos principales candidatos de los cuatro que se presentan a presidir nuestro gobierno: Los señores Hernández y Fernández. Así pues, continuamos.
Como le decía antes de irnos a publicidad, Señor Hernández, el presidente del gobierno tiene que ser una persona decente. Y usted no lo es.
Hasta ahí hemos llegado, Señor Fernández. Mire, yo soy un político honrado. Como mínimo tan honrado como usted. He sido de todo en política y jamás me han citado por nada. Esto no se lo consiento, y como no se lo consiento…
La escena nos pilló por sorpresa a la audiencia, acostumbrada a debates estudiados en los que prima la pose, el decorado, la corbata y la vacuidad. Grises, plomizos, nada le aclaraban o resolvían a la gente. Lo que a continuación presencié sería imposible de olvidar. Hernández, antebrazos apoyados en el borde de la mesa, ojos intermitentes, visiblemente desconcertado, dejó caer el guión que sostenía entre sus manos. Cruzó la diestra por el interior de la entreabierta chaqueta y la condujo hacia la parte izquierda de su cintura. Extrajo una pistola y disparó tres veces contra el candidato Fernández, sin precisión, pero mortalmente. Este se contorneó pesadamente de un lado a otro como un fardo mal estibado, hizo un par de “eses” mientras sujetaba el canto del mueble tratando de asirse a la vida y se desplomó. La última mirada fue para el adversario. En realidad, acabó dirigida a todo el público merced a una cámara ubicada frente al candidato herido. Una mezcla de asombro, incredulidad y pavor rebosaban sus órbitas oculares, desencajadas, desproporcionadas, grotescas. El plató había dejado de ser blanco y gris. Aquella masa roja en su jugo, espesa, caliente, reptaba sobre la nívea superficie y el suelo. Si se trataba de un reality le esperaban incontables premios, pensé.
Tras el desconcierto inicial todo el que presenció la escena dentro y fuera del estudio fijó la atención en Hernández. Presentaba un semblante ausente. Parecía un ser mecánico, un robot a punto de agotar la batería, por la lentitud exacta de cada movimiento. Toda la secuencia transcurrió en quince segundos. Pasado este tiempo, Hernández reaccionó y apuntó su Glock directamente al presentador, un personaje de ultratumba, se diría; el suceso lo había convertido en mutante, era lo más parecido al aspecto que lucía. ¡Haga venir al tercer candidato!, gritó el pistolero, “lo quiero aquí en quince minutos o esta será su última entrevista”, “un debate es un debate”, sentenció desquiciado. La amenaza resultaba creíble. El moderador confirmó que la petición ya estaba en curso, así se lo transmitió por el “pinganillo” dirección y así lo reprodujo al demandante.
En el plazo requerido hizo su entrada el señor Domínguez, tercer candidato en liza. Al escuchar la solicitud por televisión decidió atenderla a pesar del pánico que sentía. Contactó con Telebola y dijo dónde se encontraba. Las fuerzas del orden habilitaron un helicóptero para la ocasión. De camino recibió instrucciones precisas sobre cómo gestionar semejante situación por parte de una unidad antiterrorista. Antes de sentarse le tendió la mano a Hernández, quien la estrechó y agradeció que hubiese acudido. Domínguez calmó de inmediato a su colega diciéndole que lo que le había dicho Fernández no estuvo bien, que no eran formas, que de esa manera no se iba a ningún lado. La prensa, el gabinete presidencial y el Pibex 25, al unísono, abundaron en lo mismo. Días más tarde, las urnas dieron como vencedor a Hernández por amplio margen. Al electorado le había convencido su actitud decidida. Se convirtió en presidente del gobierno de aquel extraño país.
Fideos con berberechos (4 personas)
Ingredientes: 2/3 kilos de berberechos, 500 gramos de espaguetis (los gorditos), 2 tomates, 2 cebollas, aceite de oliva y sal (perejil, opcional)
Preparación: Cocer los berberechos en abundante agua durante 3 minutos (15 gramos sal por litro). Extraerlos de las conchas (cuando enfríen) y reservar. Colar varias veces el agua y guardar.
En otra tartera con aceite fríe la cebolla picada. Cuando esté dorada, añade los tomates pelados y troceados, dejando que se hagan. Sazona. Agrega los berberechos al final, para que se calienten y pillen sustancia. En paralelo ya te veo cociendo los espaguetis en el agua reservada. Cuando estén al dente escúrrelos. Vuelca la salsa anterior sobre ellos. Si hay que quedar de finolis, preséntalo en una fuente (pasta + rustido por encima). Y a seguir con el debate.