Por Antonio J. Candado Aguado
Por todos es sabido que, en masonería, cualquier acto negativo es infinitamente más publicitado que cualquier acto positivo, se sabe que hace falta más bien poco para que los medios masivos se hagan eco de las miserias de la masonería y se vierta, sobre el buen nombre de la orden, una mancha corrosiva, fangosa y alquitranada que cuesta mucho volver a limpiar.
Concretamente, son esas seudomasonerías las que más buscan aparecer en medios para autodefinirse, consolidarse y reafirmarse, son las que más necesitan del ojo mediático para publicitar sus excentricidades, para alimentar la egolatría de sus gurús y para airear unos trabajos que deberían hacerse a cubierto.
Son muchas las irregularidades que estas " logias", como ellos mismos se autodenominan, cometen fallando en sus planteamientos desde la propia base: su estructura es la propia de un sistema de estafa piramidal, de modo que, solo impera un líder y la curia compuesta por aquellos que le agradan, quedando el resto de hermanos relegados a meros deudores sin mayor arte ni parte en el funcionamiento y regulación de logia. A menudo, estos gurús no se sienten satisfechos con sus logias salvajes y tienen que inventarse Grandes Logias, Grandes Orientes o las dos cosas a la vez. Tampoco escatiman en levantar columnas de logias "fantasma" para mayor pompa y boato.
En la seudomasonería, es habitual que en los procedimientos de selección basten únicamente con la aplomación del gurú para la iniciación: ni requieren de la lectura de las planchas de aplomación, ni de la votación de todos los hermanos, de hecho, por no necesitar, ni necesitan pedirle al profano que acredite no tener antecedentes penales.
Logias basadas en "venerados" y "venerables" que nunca cambian ni se someten a más votaciones que las de los oficiales de logia, los cuales, no suelen cambiar demasiado.
Estos talleres se caracterizan por buscar desesperadamente el número de iniciaciones frente a la calidad humana, da igual quien entre con tal de engrosar las listas, da igual el nivel de absentismo. También es frecuente que en sus trabajos predominen aquellos que son de culto al líder por encima de los del resto de hermanos que pretenden aportar algo a los demás, así como contar el crecimiento interno que ha experimentado al trabajar los símbolos. La simbología es otra parte ausente en estas logias, una parte de la que los hermanos están desprovistos, una parte que, si lo desean, tienen que trabajar por su cuenta, dado que, en ningún momento, esta parte no es prescriptiva para los pases de grado.
No es mucho más agradable la fraternidad puesto que las tenidas suelen ser muy espaciadas en el tiempo, controlando las conversaciones entre hermanos, negando todo tipo de vías de comunicación externa que hagan fortalecer los vínculos fuera del espacio de la tenida, sin la celebración de ágapes, buscando en todo momento un aislacionismo que separe a los hermanos del resto de la comunidad masónica mundial.
En este punto seguro que todos los lectores os preguntaréis: ¿pero cómo se puede hacer todo esto?
Se basan en negar la utilización de las nuevas tecnologías entre hermanos, buscando por todos los medios que la comunicación sea unidireccional desde la cima a las bases, sancionando todas aquellas inquietudes que el masón tenga por libros, ritos, conferencias, reuniones o publicaciones digitales que pongan en evidencia su actuación.
Sin temor al uso del término, estaríamos hablando de algo que se reviste de masonería para enmascarar una estructura sectaria, que escoge a los profanos que más se acomoden al rol de la servidumbre para formar su pequeño constructo social en el cual está prohibido mirar por encima de los muros. Siendo como es la masonería, una institución formada por hombres libres y de buenas costumbres, observamos que esta seudomasonería está lejos de dichas premisas para acercarse a otros postulados más cercanos a entidades como el Opus Dei, solo que adoptando en líneas generales una est ética diferente, bien podrían estos grupos seudomasónicos ser llamados grupos de recreacionismo masónico.
Puesto que el contacto con el mundo exterior es "malo" e "innecesario" en estas comunidades seudomasónicos la expedición de títulos, documentaciones y pasaportes masónicos donde se acrediten datos como la iniciación, los viajes o los pases de grado son totalmente inexistentes y quedan fuera del conocimiento de los hermanos por lo que nunca las solicitan.
Al lector también le asombrará saber que, de puertas adentro, poco importa la ley, los problemas que sucedan entre hermanos o, directamente, aquellos hermanos que generan problemas a los demás.
La política interna se circunscribe a la no intervención, a mirar a otro lado y seguir cobrando cuotas y alegrarse de si algún hermano o hermana se marcha de la logia por haberse sentido cohibido, coartado o acosado por las actitudes, proposiciones o frases de otro hermano o hermanos.
Con estas líneas se ha pretendido hacer un pequeño muestreo, una radiografía si lo prefieren los lectores, de lo que está sucediendo en este mismo instante en cualquier parte del mundo. No es un mal endémico que se pueda localizar en un tiempo y un espacio determinado, es un mal globalizado que atañe a toda la comunidad masónica, es la enfermedad que crece cuando, con cotidianeidad, se oye hablar más de lobby que de fraternidad, cuando es consabido que algunas logias se rigen más por cadena de favores que por crecimiento y desarrollo personal de sus hermanos.
Es un mal del que priman las voces en los medios de información, una plaga que se nutre del silencio de la verdadera francmasonería. En definitiva: algo de lo que solo podemos diferenciarnos y defendernos con nuestros hechos, no con nuestras palabras.