Sevillagrafías: La lluvia en Sevilla es una maravilla

Publicado el 22 diciembre 2019 por Beitavg

Me han salido branquias. Después de una semana llena de lluvia y aire, mi cuello luce bonitas agallas como las de las merluzas y ya me siento como pez en el agua moviéndome por el océano de mi ciudad. Porque no sé si lo sabéis pero dice el refrán que "la lluvia en Sevilla es una maravilla" y yo, que siempre fui muy de refranes, no puedo estar más de acuerdo.

Cuando caen dos gotas, Sevilla se convierte en la ciudad más maravillosa del mundo (si es que antes no lo era), el problema es que esas dos gotas no suelen caer muy seguido así que se acumulan y cuando San Pedro dice "aquí estoy yo", las maravillas de Sevilla son como las patatas del bote, que si haces pop ya no hay stop.

En el ADN del sevillano hay un gen que hace que te olvides de saber conducir el día que llueve y que, si normalmente usas el coche para ir a comprar el pan a la esquina, pues con dos gotas y media coges el coche para ir de la cama al baño. El exceso de coches se mezcla con el defecto de lógica de manera que se reduce la velocidad límites insospechado y se pega uno al lado derecho porque así, si pasas junto a algún pobre incauto, puedes bañarlo en agua sucia y darle el día desde bien temprano.

Pero lo que más me gusta de Sevilla los días de lluvia, es como sale a flote las buenas gestiones de nuestro Ayuntamiento. Las piscinas municipales, tan demandadas en meses estivales, se reproducen durante los temporales como los champiñones, naciendo aquí y allá en acerados hundidos y baches del asfaltado. Y, ojito, que uno nunca sabe si cubre o no, que puedes pisar sin querer una loseta y meterte en el fondo del pozo.

No olvidemos que para el llenado de las piscinas también viene bien tener una buena toma de agua. Nuestro querido Ayuntamiento ve útil no limpiar las alcantarillas que lucen repletas de hojas que algunos prefieren amontonar en el subsuelo como pelusas bajo alfombra en lugar de darle al recogedor de forma que las piscinas puedan surtirse bien de agua gracias a sistemas de alcantarillado que no tragan.

Otra de las bondades de los temporales es que podemos ver que Sevilla es una ciudad verde (y algo marrón) así lo demuestran las ramas de los árboles que pueblan las calles y avenidas porque nuestro Ayuntamiento, en su inquietud ecologista, entiende que lo de podar es algo pasado de moda, que ya mejor se saneará el árbol con el viento aún poniendo en riesgo vidas (desde estas líneas, un abrazo al menor al que le cayó una rama en la Plaza del Cristo de Burgos).

También destaca nuestro amado consistorio en el control a empresas que colocan vallas o toldos y, por supuesto, a los edificios con preciosos voladizos que no se revisan desde que María de las Mercedes paseaba por la ciudad. Entendemos que el gobierno de esta noble y muy leal ciudad lo hacen para que podamos comprobar la eficacia y eficiencia del cuerpo de bomberos pero, de verdad que no hace falta, que para ver bomberos ya me quedo mejor encerrada en el ascensor.

Y como siempre que llovió escampó yo, como muchos de ustedes, me voy corriendo a la azotea que hace sol y tengo que tender ropa. Muchos saludos a nuestro querido Ayuntamiento, pueden respirar que parece que la Navidad va a venir seca y, hasta que no llueva de nuevo, nadie va a quejarse.