I
Impaciente está la Ermita
por recibirte, Pastora,
que han pasado cinco años
de aquella bendita hora.
Y este año más contenta
la veras engalanada,
arte puro pastoreño
su blancura iluminada.
Dos ángeles lampareros
de manos de un pastoreño
para lucir en su Ermita,
regalo de fray Miguel
a su Pastora Divina.
II
Habrá siempre quien critique
que te acompañe, Pastora,
y que te diga cantando
lo que tu pueblo te adora.
Mi sentimiento cristiano
con mi fe y mi devoción
no entiende que me separe
de la que es Madre de Dios.
Y el día de la Romería
hago como cualquier día,
lo que dicta el corazón
y donde vayas, Pastora,
contigo me marcho yo.
III
Nunca supe la manera
de llegado este momento,
pueda cantarte, Pastora,
y expresar mi sentimiento.
Con un nudo en mi garganta,
en un balcón que es el cielo
y el corazón esperando
del pueblo cantillanero.
Pero al clavar la mirada
y en tu belleza, extasiada,
mi canto solo se asoma
para rezar cada año
a mi Divina Pastora.
IV
En tu cara se refleja
el sentir del pastoreño,
triste si tiene una pena,
alegre si está contento.
Ahora te noto contenta
aunque me encuentre afligida,
es porque tú ves, Pastora,
tus ovejas reunidas.
Pido yo que cualquier día
sea como la romería,
que no existan diferencias,
y a la Pastora Divina
siempre tengamos contenta.
Antonio Portillo Daza