La Comisión de Igualdad del Parlamento han conseguido aprobar una Proposición no de ley para que el Gobierno prohíba los “juegos sexistas” en los patios de los colegios españoles.
Con razón: es preocupante que a finales de 2010 los niños sigan practicando juegos brutos, incluyendo la prehistórica competición sobre quién hace pis más lejos, o que las niñas se embelesen con princesas, muñecas y casitas.
Si esto no se corrige, seguiremos como cuando los machos primitivos luchaban para mostrarle a las hembras su virilidad, reprobable atributo machista.
Con buen criterio, la Comisión de Igualdad quiere prohibir los roles de “género”. No se dice de “sexo”, palabra reaccionaria, quizás fascista, que se centra más en la diferencia biológica que en la forma de recibir placer, elegida tras la instigación escolar a probar todas sus variantes.
Debemos modificar definitivamente este sexista mensaje genético que hace diferentes a los niños y las niñas, que consigue que les gusten juegos y libros de cuentos que marcan los antiguos roles “de género sexista”.
Como tenemos graves problemas para encauzar la igualdad, debemos vigilar esos juegos escolares –en algunas comunidades también el idioma que hablan--, y castigar a niños y niñas si ellos no usan casitas y muñecas, y ellas rechazan los saltos de burro y otras actividades de ellos.
Aunque la solución definitiva será que a los niños les extraigamos la testosterona, para extirpar su precoz machismo procreador, y a ellas los estrógenos que las hace más maternales.
Estas intervenciones químicas, quirúrgicas y sicológicas deben ser obligatorias en las edades más tiernas, y si los padres se oponen, el Estado les retirará la patria potestad por reaccionarios y, sin duda alguna, fasciomachistas.
Este será el legado de este Gobierno: la castración y mutación genéticosocial humana hasta alcanzar el número uno mundial en estupidez absoluta.