Cuando pensamos en los cantos, lo primero que nos viene a la cabeza son los cantos de las aves, sobre todo de algunos paseriformes, que son capaces de emitir melodías muy complejas y características para cada especie. Mediante esos cantos, los machos compiten con otros machos rivales, de forma que aquellos que consigan tener un canto más fuerte, más complejo y que destaque sobre el de sus competidores, tendrá más posibilidades de éxito.
Pero las aves no son las únicas que utilizan la música en sus cortejos, los anfibios, y en particular las ranas y los sapos, también la utilizan, y al igual que en las aves, las características de sus cantos varían según las condiciones ambientales pero también dependen del contexto social en el que se encuentren.
Es evidente que si el canto como método de atracción sexual ha aparecido de forma independiente en grupos tan separados filogenéticamente como los anfibios, las aves o los mamíferos, y se ha conservado hasta nuestros días, es porque resulta un método muy efectivo que merecía la pena conservarse, a pesar de los inconvenientes que podría acarrear. Y entre esos inconvenientes hay uno muy obvio: si los cantos sirven para atraer a las hembras, también podrán ser utilizados por los depredadores para localizar a los excitados cantores. Debido a esto, también resulta evidente que ante esta disyuntiva exista un compromiso entre cantar lo suficientemente alto para poder atraer a las hembras, pero también lo suficientemente bajo como para no atraer a los depredadores, es lo que en ecología evolutiva se denomina "Trade-off".
Partiendo de esas premisas, la presión de depredación puede influir notablemente en la intensidad del canto, de forma que si la presión de depredación es elevada, los cantos serán menos potentes y por lo tanto menos atractivos para las hembras, ocurriendo lo contrario si la presión de depredación es menor.
Para comprobar esta hipótesis, el equipo de Wouter Halfwerk, un investigador de la Vrije Universiteit de Amsterdam, estudió el canto de varias poblaciones de Rana túngara de Panamá (Engystomops pustulosus), que habitaban tanto en poblaciones urbanas como en los alrededores de la ciudad. Es bien sabido que los hábitats urbanos presentan grandes inconvenientes para los animales, como la contaminación, el ruido o la presencia de seres humanos, pero también tienen ciertas ventajas, como por ejemplo la menor presencia de depredadores.
Tras muestrear 11 poblaciones urbanas y 11 situadas en el bosque, los investigadores comprobaron que las diferencias en el canto de los dos grupos de poblaciones era notable, sobre todo en el tiempo que tardaban en volver a cantar después de ser molestadas (menor en poblaciones urbanas) y en la complejidad del canto, que era más rápido y con más ornamentos en la ciudad, presentando varios chasquidos sucesivos después del silbido inicial (Halfwerk et al, 2018).
Por otra parte, cuando los investigadores realizaron un experimento de translocación, moviendo machos de zonas urbanas al bosque y machos del bosque a las zonas urbanas, comprobaron que mientras que los machos de la ciudad eran capaces de ajustar la complejidad de su canto al ambiente forestal, los machos del bosque no ajustaban el suyo al ambiente urbano.
Como conclusión, se puede afirmar que el incremento de la complejidad e intensidad del canto en esta especie de ranas proporciona a los machos un beneficio selectivo en ambientes urbanos en términos de atracción de pareja, sin incurrir en el costo asociado a la depredación, y por otra parte este estudio confirma que los machos de la ciudad muestran un fenotipo adaptativo como resultado de una respuesta directa a los cambios del medio (depredación, ruido ambiental, etc.) o indirecta debido a los cambios en los patrones de selección sexual y natural que actúan sobre el fenotipo.
En el caso de los hábitats urbanos, en los que se producen numerosas alteraciones en las presiones de selección natural, algunas especies son capaces de responder adaptativamente a esos cambios, pudiendo revertir esa respuesta adaptativa si se revierten las condiciones ambientales, lo que tiene importantes consecuencias ecológicas tanto respecto a la estructura de la población como a la composición de la comunidad.
ReferenciasHalfwerk W, Blaas M, Kramer L, Hijner N, Trillo PA, Bernal XE, Page RA, Goutte S, Ryan MJ & Ellers J (2018) Adaptive changes in sexual signalling in response to urbanization. Nature Ecology & Evolution (www.nature.com/articles/s41559-018-0751-8)