Hay quienes tienen fantasías sexuales de forma recurrente y piensan que el sexo alocado en un avión supera cualquier encuentro en una cama cómoda. Para María y Pedro, una pareja de Madrid, el sexo en la playa sonaba como una idea increíble. Pero a pesar de esta fantasía constante, nunca habían tenido la oportunidad de ir juntos a la playa.
–Cari, vamos a Málaga el próximo fin de semana —exigió María de repente despertando a su marido en el proceso.
Pedro dio un largo bostezo, limpiándose la saliva de la cara. Miró a María y pensó: «¿Ahora qué locura tiene en mente esta mujer?». Se incorporó en la cama y le dio vuelta a su almohada mojada antes de recortarse otra vez.
—El próximo fin de semana vamos a ver a mi madre —recordó Pedro.
—¿A ver a tu madre? Si vamos se la va a pasar dando por culo todo el día —refunfuñó María—, Esa señora me odia y yo la odio a ella.
—No empecemos otra vez…
El plan ya estaba hecho.
—Nos vamos a Málaga el próximo fin. Iremos a una playa a tomar el sol y comer jamón —explicó María antes de acercarse seductoramente a su esposo—, y luego nos iremos a un rincón privado para tener sexo en la playa.
—¿Otra vez lo intentaremos con una de tus fantasías? —preguntó Pedro un poco temeroso, recordando cuando María se empeñó en hacerlo en un baño público y casi fueron detenidos por la policía.
María se encogió de hombros y se levantó de la cama. El resto de la semana el pobre Pedro estuvo temeroso, rezando para que a su mujer se le olvidara la idea de ir a tener sexo en la playa. Pero cuando a ella se le metía algo en la cabeza, no había forma alguna de sacarle la idea.
Durante la siguiente semana.
Pedro la había visto leyendo artículos por internet e incluso le había enviado uno de Escort Pasión en donde enseñaban minuciosamente cómo hacer cunnilingus.
—Para que me comas el coño como se debe cuando tengamos sexo en la playa —había dicho ella, dejando a Pedro boquiabierto.
Se hizo viernes muy pronto y se encontró a sí mismo llegando a una atestada estación de tren, vestido con chancletas, bermudas y camisa playera, cargando todas las bolsas para el viaje. Pedro sabía que se veía como un gilipollas, y mientras se movían en el andén, el pobre hombre suplicaba ayuda a cualquiera que lo mirara con lastima.
Cuando llegaron a la playa
Luego de muchas horas de viaje, en vez de ir al hotel a descansar, María se empeñó en ir a tener sexo en la playa, aunque el cielo parecía a punto de caer en una fuerte lluvia. Bastó poner un pie en la arena para que María tocara al pobre Pedro y lo arrastrará a un rincón escondido entre las piedras con su juguete sexual de PicanSex.com.
Los bolsos se cayeron levantando arena y una piedra se le clavó en el culo a Pedro cuando María lo empujo al suelo. Antes de que Pedro se incorporara, la lluvia comenzó a caer fuertemente del cielo.
—Cariño, por favor vamos al hotel —pidió Pedro comenzado a temblar de frío.
—Hay que vivir la aventura —Dijo María besándolo por el cuello antes de comenzar a escupir sin parar—. Se me llenó la boca de arena.
Sexo en la playa
Luego de sacarse la arena de la boca María pareció espabilarse un poco, pero no estaba dispuesta a dejar que su fantasía se arruinara. Caliente como estaba se puso encima de Pedro, ignorando el agua helada le cegaba la visión y la arena que se le pegaba constantemente.
A punto de consumar su fantasía de sexo en playa, un mordisco agudo la hizo aullar histéricamente. Descubriendo que un cangrejo le había atenazado el culo.
Más tarde en el calor de una cómoda cama de hotel, María llegó a la conclusión de que el sexo en la playa no siempre es buena idea.
—¿Cari, leíste ese artículo del cunnilingus que te envíe? —Preguntó María.
—Oh, si que lo hice —respondió Pedro con una sonrisa picara antes de acercarse a su mujer.
Fin
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