En la entrada anterior me he referido al papel de madres y padres en la educación sexual de sus hijos, incluso me he atrevido a dar algunos consejos y sugerencias. Y lo hice porque creo que es importante hacer frente a estos temas en casa; sin embargo, se trata de un deseo que choca con una realidad bien diferente, ya que los estudios realizados sobre este tema coinciden en un dato: la información sexual que tienen los adolescentes raramente procede de casa, puesto que entre los temas de conversación entre padres e hijos adolescentes la sexualidad ocupa el último lugar (ver aquí o en la tabla inferior). Las razones que suelen dar madres y padres sobre esta falta de comunicación al respecto son diversas: les da corte, no se sienten preparados, creen que sus hijos saben más que ellos, prefieren que la escuela se ocupe de este espinoso asunto…etc.
Tabla: Frecuencia de comunicación sobre una serie de temas (1= nunca, 4= muchas veces)
Ante este triste panorama, parece un ejercicio de responsabilidad que la Administración se haga cargo de proporcionar en las aulas una educación sexual de calidad que combine los aspectos afectivos con los relacionados con el placer, que no son menos importantes. Pero claro, esto que parece una evidente perogrullada sigue sin ser entendido por los sectores más reaccionarios de nuestra sociedad, que cada vez que aparece una iniciativa en este sentido comienzan su campaña de mentiras y falsedades con el objetivo escandalizar a la opinión pública y desacreditar programas muy meritorios. Y ejemplos muy recientes hemos tenido en nuestro país, como ante la campaña “El placer está en tus manos” puesta en marcha por el Consejo de la Juventud y el Instituto de la Mujer de la Junta de Extremadura o, más recientemente, ante un folleto elaborado por la Consejería de Salud de la Junta de Andalucía. En ambos casos, gran parte de los ataques iban dirigidos a que se hablase a los adolescentes de masturbación con total naturalidad. Y como ya he escrito en este mismo blog sobre la masturbación y las mentiras al respecto, remito al lector a esa entrada (ver aquí).
Pues nada, tendremos que seguir escuchando a todos esos reprimidos moralizantes (aquí) que siguen considerando, eso sí con todo su derecho, que la sexualidad adolescente es una actividad peligrosa que debe ser demorada cuanto más mejor, y si es posible hasta el matrimonio, y no una faceta normativa e integral del desarrollo humano, con todo el potencial para promover el bienestar y el desarrollo personal. Aunque no me extraña que la consideren una actividad sucia y peligrosa, hábida cuenta de cómo la viven algunos pederastas que tanto clamaron en su contra.
Una última cosa, si no lo desean olvídense del placer, pero, por favor, al menos dejen de ir en contra de su octavo mandamiento.