Una película más que se interroga sobre los problemas actuales de la religión. En este caso, la misma duda se presenta a los tres protagonistas, que se interrogan sobre la compatibilidad de ser buenos musulmanes y vivir, al mismo tiempo, con los valores de la sociedad occidental de la Alemania actual. Un primer film lleno de hallazgos, recompensado en varios festivales y con la fuerza de un guión elaborado tras una intensa investigación y, sobre todo, escrito desde la propia experiencia. El realizador Burhan Qurbani, nacido en Europa, es hijo de una familia de refugiados afganos que huyeron de su país tras la invasión soviética.
Tres destinos que se cruzan a lo largo de esta historia dividida en cinco capítulos. Una shahada, la profesión de fe musulmana por la que se afirma que no hay más Dios que Alá y Mahoma es su profeta, que se inicia en la búsqueda y atraviesa el sacrificio hasta llegar a la última y definitiva elección. Una película que plantea las cuestiones correctas y no deja indiferente a ningún espectador.
Tras unos magníficos títulos de crédito que fluyen por encima de unos colores, que van invadiendo la pantalla, comienza la historia de Ismael, Carlo Ljubek. Este oficial de policía en un rutinario control de identidad encuentra a una antigua conocida, una inmigrante ilegal a la que deja en libertad, pero el pasado quiere cobrar una antigua deuda impagada. Ismael tendrá que enfrentarse a sus propios demonios aunque suponga poner en peligro la estabilidad de su familia.
Sammi, Jeremias Acheampong, es el protagonista siguiente de este comprometida película. Atraído desde el primer momento por un compañero de trabajo, Daniel, el personaje se debate entre un deseo compartido y la prohibición estricta de su religión frente a la homosexualidad. La tensión sexual de los dos actores, rodada a flor de piel, y la lucha interior de Sammi, le pondrá en la difícil situación de tener que optar por seguir integrado en su comunidad o verse expulsado para siempre de ella.
Pero el retrato más interesante es Maryam, genialmente interpretada por Maryam Zaree, la hija de costumbres europeas de un imán de barrio moderado y comprensivo (un excelente Vedat Erincin), que cambiará radicalmente de vida y costumbres, tras un aborto provocado para liberarse de un embarazo no deseado. El remordimiento se apodera de ella y adivina una salida posible a su angustia, en el abrazo de la religión. Sus amigos y su padre no pueden comprender su fundamentalismo creciente y su intolerancia hacia los demás.
Los tres protagonistas tendrán que optar o intentar compaginar su religión y su vida. Un primer film, en realidad el proyecto de fin de carrera, intenso que pretende acabar con las falsas ideas sobre el Islam y que, por su fuerza y sinceridad, ha sido tachado de antimusulmán. Un cine invisible que convierte en visible las contradicciones, lanza cuestiones y provoca debates, instrumentos necesarios para todo entendimiento futuro.