Shame, de Steve McQueen

Publicado el 24 enero 2012 por Bill Jimenez @billjimenez

Por Noelia Aparicio

Shame es de esas películas que se quedan en tu cabeza y en tu ánimo durante días, meses y (aunque no lo he podido comprobar todavía, porque la vi en Septiembre), me atrevo a augurar que años.

Es una película que te revuelve por dentro. Y no sólo el espíritu, no os hagáis ilusiones, las tripas también. Te pega un guantazo detrás de otro, y a penas te ha dado tiempo de ponerte una tirita, de golpea por otro lado. Y aún así te levantas, y sigues disfrutando del cine rabiosamente bien hecho, de las interpretaciones magistrales (ésas en las que no se nota que alguien actúa, en las que te olvidas de que a quien tienes frente a ti no es quien es), de un guión al que no le sobra ni una coma y de una dirección tan medida, meditada y acertada que nos introduce sin remedio en una historia en la que ninguno de nosotros hubiese querido sumergirse, de no haber sido hipnotizados ya en la primera escena.

Se trata de una película obscena, pero no en sus imágenes ni en su argumento, sino en el tratamiento de las emociones, las pulsiones y la culpa de los protagonistas. No se regodea en ningún momento en escenas carnales, o violentas, pero sí en estados de ánimo y en las obsesiones que dominan unos cuerpos golpeados violentamente por la vergüenza.