Shameless narra la historia de una disfuncional familia que malvive en un suburbio de la ciudad de Chicago. El padre, y cabeza de familia, es alcohólico y no duda en gastarse los pocos ahorros familiares en licor. Además sus propios hijos deben ir a recogerlo muchas mañanas porque el hombre no es capaz de regresar a casa por su propio pie. La hija mayor dejó de estudiar, antes de acabar el instituto, para hacerse cargo de sus cinco hermanos, después de que su madre los abandonara. Ella intenta sacar adelante la familia buscando dinero de donde buenamente puede para lograr poder comer y pagar las facturas más básicas a fin de mes. En eso ayudan también el resto de sus hermanos pequeños, apoyándose los unos en los otros para lograr salir adelante en una realidad que les es hostil y una vida que les ha dado la espalda. ¡Ah! Y por si todavía lo dudaban, Shameless, es una comedia.
Estamos frente a lo que podríamos catalogar como una serie de tetas. Es un secreto a gritos que existen dos tipos de series USA actuales: en las que salen tetas y en las que no. Shameless pertenece al primer grupo, junto con otras series como: Juego de Tronos, Boardwalk Empire, True Blood, Californication, Weeds, Spartacus o Girls. La conclusión, así a bote pronto, sería que las series de calidad apuestan por las tetas (ojos en blanco, hilillo de baba). Parece que algo está cambiando en la televisión americana. Y nos alegramos enormemente, más si cabe, si la serie en cuestión se encarga de dejar en porretas a Emmy Rossum, quien parece haber abandonado sus sosos papeles anteriores, en films como El fantasma de la Ópera, El día de mañana, Poseidón o la propia Dragon Ball Evolution.
Shameless juega claramente a buscar los límites humanos de bajeza moral para, posteriormente, superarlos y reírse de ellos. Reírse a carcajadas participando de la gran fiesta que termina siendo la serie, convertida en un constante show del más difícil todavía. Y para la posteridad siempre nos quedará Frank Gallagher, uno de los personajes más carismáticos, torpes y ridículos de los últimos años, un ser tan despreciable como fascinante, alguien de quien te encanta ver sus desventuras, pero que odiarías conocer en la vida real.