BUDA FELIZ, SENTADO PARA QUE NO SE LE CAIGAN LOS PANTALONES, SEGÚN LA LEYENDA...Shanghai o ciudad sobre el mar es nuevamente objeto de mi crónica. Mencionaba en mi artículo pretérito la magia de esta ciudad viva, de talante europeo y aspiraciones norteamericanas erigidas frente al malecón; el segundo más importante del mundo después del de Cuba.
Yo, que de consumista tengo tres cuartos de mitad de lo imprescindible, prefiero esperar a la llegada del ocaso para pasear por el lumínico Bund o malecón, surcado por los ríos Huangpu y Suzhou.Los altivos rascacielos se tornan plataformas de pantalla plana que sirven de señuelo propagandístico y promocional, relumbrando en intensos colores de fúlgido neón.Otra cita ineludible me arrastra hasta el templo del buda de jade. De los cinco existentes en China, dos se hallan en Shanghai. El templo es una maravlla, a la par que las efigies que custodia.Lamentablemente los budas de jade no se pueden fotografiar, así que tengo que conformarme con retratarlos en unas postales que te venden para aliviar el disgusto...
Una mención especial merecen los fascinantes jardines de Yuyuan (Dinastías Ming y Qing). Constan de 37 pabellones y emana de cada vericueto un halo de mansedumbre relajante.Puedo apreciar la sublime estética tradicional china en este recinto de culto a la vida contemplativa y recoleta. Son muy fotogénicos el idílico estanque y la colina artificial. El agua está presente en todo momento, pues simboliza la riqueza y los peces que allí nadan, la vida.