Stone Mountain
Daniel Newell Kaufman
Estados Unidos 2024 | International Competition | ★★★☆☆
Cuando se habla de la memoria hay que tener en cuenta quién establece el relato, y en los últimos años se ha venido produciendo en Estados Unidos un cuestionamiento profundo sobre las narrativas que han interpretado la Historia norteamericana desde un punto de vista supremacista. El primer largometraje del director Daniel Newell Kaufman trata de abordar los enfrentamientos que se han sucedido a lo largo de los últimos años en torno a la llamada Stone Mountain, una de las atracciones principales del Estado de Georgia, situada en el Stone Mountain Park a las afueras de Atlanta. En esta gran roca están talladas las figuras de tres líderes confederados: Jefferson Davis, el único presidente de los estados confederados, el general Robert E. Lee y el coronel Stonewall Jackson. La atracción recibe numerosas visitas al año, especialmente durante la celebración del Memorial Day, cuatro días de conmemoración de los hombres y mujeres que sirven en el ejército, con fuegos artificiales y mucho espíritu patriótico. Sin embargo, el origen de este parque que ocupa 1300 hectáreas y que contiene también reproducciones de edificios tradicionales, está marcado por la controversia. La escultura en bajorrelieve más grande del mundo fue impulsada por Helen Plane, fundadora de las Hijas Unidas de la Confederación, a principios del siglo XX. En una carta fechada en 1916, ella escribe: "Siento como un deber que el Ku Klux Klan, que nos libró de la dominación de los negros, sea inmortalizado en Mountain Stone". Estas conexiones del monumento con las organizaciones supremacistas de racismo violento de Estados Unidos son escasamente conocidas.
El documental está producido por Roger Ross Williams, a quien Sheffield Doc Fest ha dedicado un homenaje proyectando algunas de sus últimas producciones como Daughters (Natalie Rae, Angela Patton, 2024), Sugarcane (Julian Brave NoiseCat, Emily Kassie,, 2024), The battle for Laikipia (Daphne Matziaraki, Peter Murimi, 2024) y Union (Brett Story, Stephen Maing, 2024). En Stone Mountain (Daniel Newell Kaufman, 2024) el debate sobre la permanencia de este monumento como reflejo de un estado confederado racista es asumido por diferentes habitantes de la zona, como la activista Meymoona Freeman, que viene luchando durante varios años por eliminar del paisaje de la zona la preeminencia de las bandas confederadas: "No sé por qué la bandera estadounidense que es común para muchas personas no es lo suficientemente buena como para reemplazar a las banderas confederadas. Tenemos una sociedad que ha cambiado". El abogado Gerald Griggs es uno de los principales detractores de la existencia de este monumento, que supone el mayor símbolo supremacista que se encuentra en el mundo, reflejando cómo otros países han afrontado estos conflictos: "En Alemania hay discusiones sobre la 2ª Guerra Mundial y sobre el Holocausto, pero los símbolos nazis están prohibidos". El director ofrece diferentes puntos de vista, como el del historiador George Coletti, para el que los ataques contra estatuas que reflejan la Historia de Estados Unidos suponen "poco respeto a unos hechos históricos de los que podemos aprender". Pero también hay recursos visuales que marcan un posicionamiento en la narrativa de la película, mostrando el entorno del historiador con tonos ocres y música antigua que transmiten una atmósfera anticuada y tradicional. Comenzando con las primeras protestas en 2016, la película hace un recorrido por la evolución de un enfrentamiento que se ha ido intensificando, sobre todo durante la presidencia de Donald Trump entre 2017 y 2021. El movimiento Black Lives Matter fue de los primeros en cuestionar la representación de la historia a través de símbolos de héroes racistas, provocando la desaparición de muchas estatuas dedicadas a militares confederados. Stone Mountain traza las líneas divisorias que han ido haciéndose cada vez más violentas, con enfrentamientos a puñetazos entre supremacistas y activistas en las calles de Atlanta. Para Chester Doles, ex líder del Ku Klux Klan que en 2022 se postuló para un cargo político en Georgia, Stone Mountain es "un gran homenaje a los héroes. Soy de sangre confederada. No eran comerciantes, eran soldados". A través de estos y otros representantes de ambos posicionamientos, el director dibuja una sociedad norteamericana totalmente fragmentada y predeciblemente violenta, con manifestantes de un lado y otro exhibiendo sus armas automáticas en medio de las manifestaciones. Hay en algunos momentos una atmósfera de enfrentamiento civil que provoca auténticos escalofríos. Pero la película diversifica demasiado sus perspectivas y mezcla muchos acontecimientos que, si bien pueden tener repercusión en los hechos que se narran, acaban enturbiando notablemente la claridad del discurso. Sin embargo, Stone Mountain es, por momentos, una radiografía muy clarificadora sobre cómo pueden permanecer los conflictos civiles a partir de las narrativas históricas. Sugarcane
Emily Kassie, Julian Brave NoiseCat
Canadá, Estados Unidos, Italia 2024 | Roger Ross Williams Selection | ★★★★★
Sundance '24: Mejor Dirección Documental U.S.
Pero la parte más emocional de Sugarcane está en dos tramas que conectan directamente con el dolor: la que acompaña a Rick Gilbert, el antiguo jefe de las Primeras Naciones de William's Lake, enfrentándose a su propio pasado, y en cierta manera tratando de encontrar consuelo en el perdón de la iglesia católica. Fallecido tras el rodaje del documental, Rick Gilbert comienza un camino de recuperación de su propia memoria viajando a Roma para participar en una audiencia con el Papa Francisco en la que éste realiza un acto de contrición como representante de la institución eclesiástica, uno más de los que ha tenido que hacer y seguirá teniendo que afrontar frente a los abusos cometidos a lo largo de la historia más reciente. A pesar del recuerdo doloroso que ha provocado en él, Rick Gilbert sigue siendo profundamente religioso, y de alguna manera consigue expulsar los demonios de su memoria, especialmente cuando mantiene una conversación con Louis Lougen, Superior General de la Congregación de Misioneros Oblatos de la Beata Virgen María Inmaculada, que es personal y reveladora, pero también profundamente conmovedora. Finalmente, el director Julian Brave NoiseCat inicia su propio camino de recuperación a través de su padre Ed Archie NoiseCat, nacido en la escuela St. Joseph pero sobre la que su madre no le quiso contar nada. El director tomó la decisión de involucrar personalmente a su familia después de la valentía que demostró Rick Gilbert al enfrentarse a su pasado. Sugarcane es una película que habla sobre el dolor que atesoran las generaciones de niños que vivieron directa o indirectamente los horrores cometidos en las escuelas católicas, que no solo imponían una cultura para tratar de borrar las raíces de una comunidad, sino que lo ejecutaba mediante el abuso y la tortura. Los directores muestran continuamente el entorno, se detienen en los paisajes que rodean a la Reserva Sugarcane y a veces lo utilizan para contrarrestar el pesar que se transmite en conversaciones fuera de campo. La película es un recorrido muy emocional que conecta con el regreso a los lugares de origen, adentrándose en los espacios de una memoria atormentada para encontrar la verdad, la conexión de la historia con las personas a través de una búsqueda que es necesaria aunque conlleve encuentros desgarradores con la realidad. Es un camino de descubrimiento personal que al mismo tiempo establece una necesaria confrontación con la memoria colectiva. Memoria implacable
Paula Rodríguez Sickert
Chile, Argentina 2024 | International Competition | ★★★★☆
Atomic people
Benedict Sanderson, Megumi Inman
Japón, Reino Unido, Estados Unidos 2024 | Memories | ★★★★☆
Producido como encargo de la BBC para la conmemoración del 79 aniversario del lanzamiento de las bombas atómicas contra Hiroshima y Nagasaki, este documental ofrece el testimonio de algunos de los últimos supervivientes del ataque más destructivo que el ser humano ha realizado contra el propio ser humano. Quizás no hay nada especialmente novedoso en la película, después de tantos proyectos dedicados a este tema, pero escuchar la experiencia en primera persona de ancianos que entonces tenían 8, 11 o 15 años sigue siendo devastador, más allá del contexto histórico en el que se produjo. Tras la rendición de Alemania el 7 de mayo de 1945, el Emperador Hirohito declaró su negativa a aceptar el ultimátum lanzado por Estados Unidos para la capitulación. El desarrollo del Proyecto Manhattan que había probado con éxito una bomba atómica en julio de ese año provocó una decisión cuyas razones se siguen discutiendo hoy en día, quizás una mezcla entre evitar el alto coste económico y humano que habían tenido ataques como Iwo Jima, la posibilidad de experimentar las consecuencias de una explosión nuclear a gran escala aprovechando la postura de Japón y el recuerdo del ataque japonés a Pearl Harbour en 1941 que permanecía en la memoria de los estadounidenses. El 6 de agosto de 1945 el presidente Harry S. Truman aprobó el lanzamiento de la primera bomba atómica en Hiroshima, que provocó la muerte instantánea de 80.000 de los 350.000 habitantes de la ciudad, aunque durante ese año morirían otras 140.000 personas a causa del envenenamiento por radiación. Una de las supervivientes, Reiko, que tenía 11 años en 1945, recuerda que "vivíamos en el centro de la ciudad, que sería el hipocentro de la explosión, pero veinte días antes mi familia se mudó". Michiko (7 años), Cheiko (15 años), Hiroshi (3 años) y Shigeaki (8 años) recuerdan el momento del impacto, el gran fogonazo blanco y después la oscuridad absoluta y la lluvia. Y describen escenas dantescas inmediatamente posteriores, como la piel derritiéndose como si se tratara de una vela encendida, o una mujer con sus propias entrañas en las manos.
Los directores son dos colaboradores de BBC, como Benedict Sanderson, que ganó un BAFTA por la serie factual The detectives: Taking down en OCG (BBC, 2023) y Megumi Inman, que produjo el documental The contestant (Clair Titley, 2023). Apoyándose principalmente en las entrevistas, mantienen el foco en los testimonios de los supervivientes, aunque el montaje paralelo entre la descripción de los efectos de la bomba con imágenes de archivo que muestran la devastación de una explosión nuclear puede resultar demasiado efectista. Otras, sin embargo, transmiten con acierto la profundidad de unas vidas marcadas por el único ataque nuclear que se ha producido en la historia, con primerísimos planos de los ojos que contemplaron unos horrores seguramente difíciles de explicar con palabras. Tres días después del ataque a Hiroshima, el 9 de agosto de 1945, Estados Unidos lanzó una nueva bomba contra Nagasaki, bajo la que murieron instantáneamente 40.000 personas, una cifra que aumentaría hasta los 75.000 a finales de ese año. Seishiro (11 años), Chiyoko (9 años), Terumi (13 años) y Kikuyo (21 años) experimentaron también la misma pesadilla. Cuando los directores enseñan a algunos supervivientes el discurso pronunciado por Truman tras el lanzamiento de las bombas atómicas la emoción se dibuja en sus rostros. El efecto devastador de Hiroshima y Nagasaki no fue sin embargo el ataque más virulento que sufrió Japón, quedando olvidado muchas veces el bombardeo con napalm de combustión instantánea que Estados Unidos había lanzado contra Tokio el 9 y 10 de marzo de 1945, provocando más de 100.000 víctimas.
Atomic people (Benedict Sanderson, Megumi Inman, 2024) hace hincapié, sin embargo, en las consecuencias posteriores. La ocupación estadounidense controló los medios de comunicación japoneses y prohibió cualquier mención a los efectos de las bombas atómicas, sobre todo porque comenzaron a producirse las terribles consecuencias del envenenamiento por radiación. Se creó la ABCC (Comisión de Víctimas de la Bomba Atómica), en la que las víctimas eran reconocidas por personal médico. Pero los supervivientes recuerdan que no tenían intención de tratar sus efectos, sino solamente estudiarlos, de manera que no se ofrecía información sobre el estado de salud de quienes habían sobrevivido, muchos de los cuales acabaron desarrollando cánceres. Cuando acabó la ocupación estadounidense, en 1952, los periódicos japoneses se llenaron de terribles fotografías sobre los efectos posteriores del ataque nuclear. Hibakusha (persona bombardeada) es la denominación que recibieron los supervivientes, lo que se convirtió en un estigma que marcó el resto de sus vidas. Algunos relatan la dificultad de tener una relación o contraer matrimonio porque "nos decían que no querían la sangre de un hibakusha en sus familias". Kikuyo recuerda también que su hijo descubrió que tenía leucemia cuando era adulto y que el médico lo atribuyó a los efectos de la leche materna envenenada. Muchos de los participantes en el documental se convirtieron con el tiempo en representantes de asociaciones que han venido pidiendo una retribución por parte del gobierno japonés a las víctimas de las bombas atómicas, y han mantenido un activismo en contra de la energía nuclear. Atomic people recuerda el infierno de 1945 a través de los testimonios de sus últimos supervivientes.
Don't forget to remember
Ross Killeen
Irlanda 2024 | Memories | ★★★★☆
Festival de Dublín '24: Premio del Público
Probablemente el acercamiento más doloroso a la memoria es el que se produce al enfrentarse a una enfermedad que precisamente se desarrolla borrando los recuerdos. Hay muchos acercamientos a la experiencia de cineastas con familiares que han sufrido Alzheimer, pero posiblemente pocos tan inspiradores como esta película que reúne al director Ross Killeen y el artista conocido como Asbestos. Ambos comenzaron trabajar juntos conectados por sus experiencias similares: la madre del director, fallecida en 2019, había pasado los últimos años de su vida sufriendo Alzheimer, mientras que Helena, la madre del artista, se convierte en la protagonista de una película que mira la cotidianeidad de vivir con una persona que va perdiendo sus recuerdos, al mismo tiempo que aborda la manera en que Asbestos explora temas relacionados con la memoria familiar a través del arte. El propio carácter fugaz de sus obras artísticas en las fachadas de los edificios y en las calles, que se someten a una modificación externa y a un deterioro progresivo, conecta especialmente con la forma en que el Alzheimer borra los recuerdos de quienes lo padecen. Ross Killeen dirigió la película Love yourself today (2021), un acercamiento poético a la música de Damien Dempsey, que tenía un tratamiento similar al de Don't forget to remember (Ross Killeen, 2024), con un diseño sonoro y música de James Latemer que envuelve a la historia de una tonalidad etérea. Utilizando fotografías familiares y archivos fílmicos se apuntan detalles de un pasado de Helena que se va emborronando con animaciones de Asbestos que reflejan la pérdida de la memoria. Pero hay una especial dedicación al reflejo de la convivencia diaria de Matthew O'Dwyer, esposo de Helena, como cuidador permanente, tratando de entrenar la memoria a través de crucigramas y preguntas que le devuelvan a ella algunos detalles de su propia identidad. "Es una mujer fuerte. Para mí ha sido un gran apoyo, algo que echo de menos", dice Matthew. Pero el deterioro progresivo es evidente en las visitas al médico o en las reuniones terapéuticas. Hay que decir que al menos Helena sigue teniendo la capacidad de sonreír y disfrutar de las reuniones familiares, todavía sin estar envuelta en la oscura nube del olvido. La enfermedad en su caso la devuelve a una etapa en la que todo es un descubrimiento, como cuando mira las obras de su hijo.
En el otro plano de un documental que trata de establecer una conversación en torno al tema, Asbestos comienza a trabajar en un proyecto basado en el arte como acción de vida que defendía el alemán Joseph Beuys. La exposición performance "Don't forget to remember" (2023) utiliza fotografías y recuerdos de su madre, reinterpretados por Asbestos, para situarlos en la galería Atelier Now y posteriormente trasladar los dibujos sobre pizarra a las calles de Dublín junto a un borrador y unas tizas para que cualquier persona pueda borrarlos o alterarlos como desee, participando de la acción artística de manera directa, y estableciendo en los cuadros sus propios recuerdos. "Las pizarras y las tizas son una metáfora de nuestros recuerdos, y espero que provoque una reflexión sobre la fragilidad de la memoria", explica Asbestos. Realizada en 2023, las alteraciones de la obra, emborronada y modificada, con frases escritas como "amar siempre", acaban siendo la representación más emocionante de la memoria borrada de Helena. Y transmite la idea de que el olvido solo supone la transformación de los recuerdos, que permanecen siempre a través de las personas, de los hijos o los hermanos, estableciendo una memoria colectiva que evita la destrucción absoluta. Don't forget to remember es una hermosa y emotiva película que habla con una mirada positiva sobre la fugacidad de la vida.