Cuando Sher Khan completó la conquista de Bengala, Humayun finalmente se cayó del guindo. Con Bihar y Bengala en su poder, Sher Khan ya no era un vasallo un poco revoltoso, sino un rival en potencia. En julio de 1537 Humayun se puso en campaña contra Sher Khan. No describiré aquí el conflicto, que ya lo hice en otra entrada. Simplemente diré que en 1540 alcanzó finalmente su sueño de entrar en Agra como nuevo emperador de la India en lugar de los derrotados mogoles.
La desgracia de Sher Khan fue que alcanzó su sueño demasiado tarde. Tenía 55 años cuando conquistó Agra. Dada la esperanza de vida de la época, estaba a un paso de la tumba y todavía le quedaba la tarea de consolidar su imperio.Sher Khan, ahora convertido en Sher Shah, sólo reinó 5 años, pero en ese período de tiempo dio muestras de que era un administrador excepcional. Era un hombre enérgico y práctico. No se hacía pajas mentales ni grandes teorizaciones. Si veía que algo funcionaba lo ponía en práctica y punto. Sher Shah era consciente de que el Sultanato de Delhi había caído porque su organizacion era débil y las provincias estaban en estado de constante insumisión. La fórmula que encontró para evitar que esto se diese en su imperio fue ingeniosa: crear más distritos de menor tamaño, cuyos responsales deberían rendir cuentas directamente al emperador, sustituir al gobernador provincial por un coordinador provincial sin poder militar y dividir los poderes de los oficiales, de forma que el encargado de asegurar la ley y el orden, carecería de atribuciones sobre la recaudación y la justicia. Todo ello se complementaba con destacamentos militares en las provincias. De esta manera Sher Shah se garantizó el control sobre las provincias y que ningún administrador pudiera acumular tanto poder como para poder hacerse con el dominio de su provincia.Sher Shah no tenía un concepto demasiado elevado de la naturaleza humana y pensaba que si a alguien se le da la ocasión de robar, robará sin lugar a dudas. En este sentido su pensamiento y sus prácticas habrían satisfecho a los legistas chinos, que estaban en la misma longitud de onda. Creó un sistema de espías para que le mantuvieran informado de todo lo que ocurría en el imperio y, sobre todo, de cómo se comportaban sus administradores. Era implacable con la corrupción, que además de fomentar la ineficiencia hacía que el corrompido le fuera más leal a su corruptor que a su emperador. A cambio procuraba que la paga de sus funcionarios y sus soldados fuese suficiente y les llegase regularmente. Sher Shah se ocupó del bienestar de los campesinos como ningún otro gobernante lo había hecho o lo haría después. Entendía que ellos constituían la base económica del Estado y que, por consiguiente, no convenía matar a la gallina de los huevos de oro. Procuraba que las operaciones militares no alterasen la vida campesina y no afectasen a los cultivos. Intentó que la fiscalidad fuese tal que al campesino le quedase un superávit que le animase a continuar con su trabajo e incluso a invertir. Igualmente trató de fomentar el comercio, con una política monetaria estricta (fue el inventor de la rupia) e intentando que las tasas no fueran demasiado elevadas y que los comerciantes gozasen de seguridad en sus desplazamientos. Asimismo se ocupó mucho de las infraestructuras: fuertes, caravanserais, carreteras… Apenas hubo conquistado el trono, Sher Shah se dedico a consolidar y extender sus dominios. Cuidaba mucho de su ejército, que procuraba que estuviese bien pagado y entrenado. Como general seguía el principio de Sun Tzu de que la mejor batalla es la que no se da. Ninguna argucia o deslealtad le parecía deshonrosa si le ayudaba a conseguir sus objetivos sin necesidad de derramamiento de sangre. Más de un rajá que se rindió confiado de las promesas de Sher Shah descubrió que su cabeza se separaba inesperadamente de su cuerpo. Dice mucho de la energía y laboriosidad de Sher Shah que en esos cinco años de reinado, le dio tiempo, además de organizar el imperio, a extenderlo mediante una serie de guerras. Apenas llegado al trono conquistó el Punjab. A comienzos de 1541 acudió a Bengala a sofocar una rebelión. En 1542 marchó contra los rajputs y conquistó Malwa en el centro-oeste de la India. Sind y Multan fueron anexionadas poco después. Más tarde fue el turno de Marwar, que se demostró como un hueso duro de roer que costó la vida a muchos soldados afghanos veteranos. El propio Sher Shah reconocería que había estado a punto de perder su imperio por un reino que no era más que una mierdecilla.Tras Marwar, Sher Shah se dirigió a Mewar que se entregó sin lucha y de allí a Bundelkhand, donde puso sitio al fuerte de Kalinjar, que también demostró ser un hueso duro de roer. El 22 de febrero de 1545 Sher Shah estaba viendo cómo disparaban misiles contra el fuerte. Uno de los misiles rebotó contra los muros y fue a caer sobre un cargamento de granadas que estallaron. La explosión quemó a Sher Shah. Trasladado a su tienda, no hubo nada que los doctores pudieran hacer por él. Sher Shah pasó su agonía urgiendo a sus hombres a que tomaran el fuerte. El fuerte cayó por la tarde. Sher Shah dijo: ‘Alabado sea Dios. Ese era mi deseo”. Y murió. Más de sesenta años después de su muerte, Mirza Aziz Koka escribió en una carta al emperador mogol Jahangir: “Especialmente Sher Khan no era un angel (malak), sino un rey (malik). En seis años dio tal estabilidad a la estructura del imperio que sus bases todavía permanecen. Hizo que la India floreciera de una manera que el rey de Persia y el de Turquía la aprecian y desearían verla. Hazrat Arsh Ashiyani [el gran emperador Akbar, que era el padre de Jahangir] siguió su manual de administración durante 50 años y no dejó de aplicarlo…”
Las victorias de Sher Khan sobre Bengala le atrajeron el respeto de la nobleza afghana, que empezó a ver en él el hombre providencial contra los advenedizos mogoles. Para mediados de la década de los treinta, el emperador Humayun empezó a inquietarse ante un vasallo que estaba acumulando tanto poder. Pero Sher Khan era demasiado hábil como para insubordinarse antes de tiempo. Mantuvo las pretensiones de vasallaje y sobornó a los espías que Humayun le envió para controlarle.