Ésta es la segunda entrega de la que parece la nueva saga acerca del más famoso de los detectives de toda la historia. La vuelve a dirigir Guy Ritchie que sabe aprovechar bien su oportunidad de lucirse ante el público. La historia nos cuenta como Sherlock Holmes y su inseparable amigo, Watson, se ven envueltos en una conspiración que puede llevar a una guerra mundial.
El director británico sabe muy bien como insuflar buen ritmo a su película, de tal manera que el relato que se nos presenta en Sherlock Holmes: Juego de sombras no decae en ningún momento. Las acciones se suceden una tras otra en diferentes lugares del mundo y con diferentes soluciones, lo que nos hace estar en vilo hasta la increíble resolución final. Los viajes de Holmes y Watson por media Europa, abandonando Gran Bretaña (cosa que rara vez ocurre en las novelas de Conan Doyle) nos hacen pensar en un nuevo rumbo que ha tomado la saga, mostrándonos a un nuevo héroe que puede recaudar mucho en taquilla; una especie de James Bond, pero del siglo XIX.
Downey Jr. vuelve a interpretar de manera convincente al detective inglés (lo no quiere decir que sea idéntico al de las novelas) y nos muestra un personaje extremadamente divertido e inteligente, que consigue las simpatías y carcajadas del público de inmediato.
La química de Downey Jr. con Jude Law es perfecta y los diálogos que ambos mantienen, hilarantes. Aunque, éstos plagan el relato sin conducir en realidad a nada importante, es más, acaban cargando el buen desarrollo de la acción.
Es un film muy entretenido, esto no se le puede negar. Tal vez no sea el Hommes de las novelas, pero es un personaje creado para las generaciones recientes y que despierta sana curiosidad por el original. Un producto comercial, pero con algo de cabeza y con una historia que entretiene e interesa (no como Acero Puro). Eso sí, me quedo con la primera entrega, mucho más original, más comedida y más inglesa; es decir, más Sherlock Holmes que James Bond. (6/10)