Shin Godzilla representa la rara oportunidad de ver en pantalla grande a uno de los personajes más famosos, longevos y carismáticos de la historia del séptimo arte. Junto a King Kong, Godzilla, es un mito puramente cinematográfico, que ha acabado constituyéndose en su propio subgénero. Ya solo por eso, la entrada valdría su precio en oro. Hagamos un poco de historia. Godzilla, o más bien, Gojira, es obviamente más popular en Japón, donde sus películas fueron grandes éxitos de taquilla en los años sesenta. Su rasgo más característico es que sus creadores, la mítica productora Toho, apostaron por recrear a la criatura utilizando a un actor disfrazado, lo que marca sin duda el diseño cónico del saurio. Godzilla se parece, por tanto, más al King Kong (1976) de Dino de Laurentiis -diseñado e interpretado por el genial Rick Baker- que al King Kong (1933) original, animado con la maravillosa técnica del stop motion por el pionero Willis O´Brien. Y eso que el monstruo nipón tiene un precedente directo en La bestia de los tiempos remotos (1953) animada por el mejor discípulo de O´Brien, Ray Harryhausen. Así, las películas sobre el saurio radioactivo se han mantenido fieles al espíritu de "señor con traje de goma" y no han sucumbido a lo digital a pesar de que sus versiones estadounidenses sí lo han hecho: la fallida de 1998, dirigida por Roland Emmerich y la reivindicable coproducción de 2014, realizada por Gareth Edwards -responsable de Monsters (2010) y de la reciente Rogue One (2016)-. Godzilla ha protagonizado más de 30 películas, con una primera etapa, tras un par de films en blanco y negro, en la que dejó de ser una amenaza -le gustaba demasiado a los niños- y acabó convertido en héroe en las inocentes, absurdas y hermosas películas en Technicolor de los años sesenta, dirigidas por Ishiro Honda, ayudante habitual del maestro Akira Kurosawa. Luego llegaría un nuevo ciclo, con Godzilla 1985 (1984), de espíritu ochentero, deudor de Steven Spielberg, con efectos especiales más realistas, pero siempre utilizando a un hombre disfrazado dedicado a destrozar maquetas. Con Godzilla 2000 (1999) se abre un tercer período, más corto, que acaba con Godzilla: Final Wars (2004), celebración del 50 aniversario y carpetazo a la saga para dejarla reposar en busca de nuevas ideas.
Shin godzilla: vuelve el rey de los monstruos
Publicado el 18 enero 2017 por Jorge Bertran Garcia @JorgeABertranShin Godzilla representa la rara oportunidad de ver en pantalla grande a uno de los personajes más famosos, longevos y carismáticos de la historia del séptimo arte. Junto a King Kong, Godzilla, es un mito puramente cinematográfico, que ha acabado constituyéndose en su propio subgénero. Ya solo por eso, la entrada valdría su precio en oro. Hagamos un poco de historia. Godzilla, o más bien, Gojira, es obviamente más popular en Japón, donde sus películas fueron grandes éxitos de taquilla en los años sesenta. Su rasgo más característico es que sus creadores, la mítica productora Toho, apostaron por recrear a la criatura utilizando a un actor disfrazado, lo que marca sin duda el diseño cónico del saurio. Godzilla se parece, por tanto, más al King Kong (1976) de Dino de Laurentiis -diseñado e interpretado por el genial Rick Baker- que al King Kong (1933) original, animado con la maravillosa técnica del stop motion por el pionero Willis O´Brien. Y eso que el monstruo nipón tiene un precedente directo en La bestia de los tiempos remotos (1953) animada por el mejor discípulo de O´Brien, Ray Harryhausen. Así, las películas sobre el saurio radioactivo se han mantenido fieles al espíritu de "señor con traje de goma" y no han sucumbido a lo digital a pesar de que sus versiones estadounidenses sí lo han hecho: la fallida de 1998, dirigida por Roland Emmerich y la reivindicable coproducción de 2014, realizada por Gareth Edwards -responsable de Monsters (2010) y de la reciente Rogue One (2016)-. Godzilla ha protagonizado más de 30 películas, con una primera etapa, tras un par de films en blanco y negro, en la que dejó de ser una amenaza -le gustaba demasiado a los niños- y acabó convertido en héroe en las inocentes, absurdas y hermosas películas en Technicolor de los años sesenta, dirigidas por Ishiro Honda, ayudante habitual del maestro Akira Kurosawa. Luego llegaría un nuevo ciclo, con Godzilla 1985 (1984), de espíritu ochentero, deudor de Steven Spielberg, con efectos especiales más realistas, pero siempre utilizando a un hombre disfrazado dedicado a destrozar maquetas. Con Godzilla 2000 (1999) se abre un tercer período, más corto, que acaba con Godzilla: Final Wars (2004), celebración del 50 aniversario y carpetazo a la saga para dejarla reposar en busca de nuevas ideas.