Shuarma, grietas: canciones compuestas bajo el signo de la diferencia.

Publicado el 29 febrero 2012 por Asilgab @asilgab
Grietas que se contraen como latidos del corazón y expulsan ráfagas de sonidos al otro lado de la piel. Ráfagas que salen despedidas en forma de ondas, y que en el aire se traducen en canciones que te invitan a buscar. Esa necesidad de búsqueda te hace explorar los caminos que te llevan a un lugar llamado diferencia. Diferencia en las formas (fashion victim al estilo más glam de un joven David Bowie), diferencia también en los sonidos, que nos retrotraen a una de las épocas más creativas de la historia de la música, con composiciones cercanas al rock, al pop y al modern jazz más ecléctico de los años ochenta, y que recorre las rutas que en su día transitaron, entre otros, Style Council con el sello inconfundible de Paul Weller (¡cuántos grupos españoles actuales beben de esta fuente sin saberlo).
Las contracciones de las grietas del último trabajo de Shuarma, dan como resultado rajas, fisuras, hendiduras, rendijas, resquicios, aberturas, huecos… por donde se cuelan las notas de sus canciones, que en un arrebato pleno de alma y duende, impactan en los reflejos de nuestros gustos musicales hasta encontrar ese espacio donde se refugian para poder disfrutarlas mejor. Esa es otra de las consignas de este Grietas, que verá la luz el próximo 13 de marzo, y que no dejará indiferente a sus seguidores, porque las diez canciones que componen el disco son un ejercicio introspectivo en el que Shuarma se ha instalado para transmitirnos sus mejores sensaciones. Si sus dos discos anteriores en solitario habían sido tildados como de búsqueda, este tercero, es la confirmación que la exploración anterior ha dado sus frutos, pues Shuarma ha encontrado ese sonido que le hace diferente y único, porque ha compuesto diez canciones bajo el signo de la diferencia, que en este caso, se convierten en diez historias de penas y glorias que indagan en la exploración interior.
Si exceptuamos la distorsión de la intro que abre el disco, y que no es otra cosa que una llamada de atención a lo que luego se nos muestra, Lo que queramos creer es un perfecto ejemplo compositivo que podría servirnos para resumir el resto del álbum, donde la intensidad del piano, las guitarras y la batería se reparten la transmisión de unas sensaciones que fusionan a la perfección las imágenes que nos crean la letra y la música: “me diste agua y la bebí, me diste tus manos y las sentí/ yo no te supe responder/ por suerte siempre vuelve a amanecer. Fuimos, somos y seremos, lo que queramos creernos…”. Tu y Solo son otros dos grandes ejemplos del intenso medio tiempo que Shuarma maneja con maestría, y con el que consigue fundirnos los helados corazones enfermos de invierno y frío. “Quise volar y no había altura. Quise acertar y no vi la duda. Quise aprender y no había escuela. Quise saber y no había por qué. Quise gritar y no había palabras…” una magnífica letra que inicia Solo y que nos sirve de presentación para luego romper en unas guitarras magistrales, de esas que en el argot taurino podíamos denominar como las de los billetes, y que sin duda convierten a Solo en una de las mejores canciones del disco: “solo estaba solo… estaba confuso, disperso, cegado y carente de rumbo…”. Rompe el espejo y Llueven piedras (elegida como primer single) son dos canciones que terminan con lo que podríamos denominar el primer gran bloque del disco, y que siguen con la buena sintonía del resto, donde siempre resaltan las buenas melodías acompañadas de grandes letras.
Grietas supone una pequeña sima, que nos sirve para apreciar una preeminencia de sonidos quizá más oscuros y plenamente anglosajones, donde el sonido del órgano nos hace sentir el tibio sol de invierno en Plymouth bajo la batuta de Paul Weller y Mick Talbot, el soul, el modern jazz, en definitiva, el alma en una canción que sale de las entrañas con sonidos que nos encandilan por sus ensoñadores. Habrá que caer incide en esa sensación de antaño, sobre la que Shuarma se mueve como pez en el agua (¡qué buen gusto musical). El disco se cierra con Dame más veneno y En el pecho, donde el ritmo se vuelve a imponer de una forma más incisiva, hasta llevarnos a la perfecta balada que es Prefiero estar aquí, toda una declaración de intenciones por si no nos había quedado claro ya con las anteriores canciones: “sí, mejor aquí que irte a buscar/ mejor así, no me quiero decepcionar/ prefiero estar aquí, no quiero volverme a asustar/ prefiero estar aquí, mejor sin ti…” con un piano que consigue transmitir todo un torrente salvaje de vibraciones, que nos sirven para atestiguar que estamos ante diez canciones compuestas bajo el signo de la diferencia ¡Chapeau!
Reseña de Ángel Silvelo Gabriel.