‘Shutter Island’ – La profundidad del thriller psicológico en lo mejor de Scorsese

Publicado el 08 junio 2010 por Cinefagos

Mi compañaera Karelia ya escribío en su día una crítica sobre esta película, pero el que os escribe, tras recordar el papel de Ben Kingsley en ‘Shutter Island’ al ver ‘Prince of Persia: Las arenas del tiempo’, no pudo evitar escribir otra crítica sobre ella.

Y es que tras varios meses fermentando en mi cabeza ya no tengo ningún reparo en afirmar que ‘Shutter Island’ es la película más arriesgada y personal de Martin Scorsese. Sin lugar a dudas la mejor película estrenada en 2010. Y sé que es una opinión controvertida, pero si seguís leyendo os prometo intentar explicaros mi punto se vista…

‘Shutter Island’ ‘arranca de lleno con un fantasmagórico barco que se acerca al espectador de entre las brumas presagiando lo que será una película que navegará por su mente de forma confusa y pantanosa durante las siguientes dos horas de proyección.

Scorsese vuelve a sus raíces como cineasta; a su interés por los personajes perturbados y al estudio de su comportamiento con la sociedad y su contacto violento con lo “real”. “El psico-drama más radical que se haya intentado en psiquiatría”, cita uno de los personajes de la película, frase que si se saca de contexto sugiere una conexión directa con el propio Scorsese. Pues, ¿qué es este sino el psico-drama más radical de toda su filmografía?

Más radical y más arriesgado, ya que curiosamente las últimas películas de Scorsese habían sido las más clásicas y facilonas e, irónicamente, las más comerciales de toda su carrera. Sin embargo,  este riesgo no es arbitrario. Este riesgo es necesario para la evolución de Scorsese como autor, un gigante del cine que es capaz de plantearse nuevos retos y nuevas maneras de comprender el cine.

La vuelta del neoyorkino a su tema fetiche trae una visión más madura como cineasta. Si en sus primeras películas realizaba un cine realista extraído del subsuelo de Dostoievski, ‘Shutter Island’ se ve impregnada de un tono opuesto, onírico y poético, preparado de forma maquiavélica para reventar (de forma imperceptible) todos los esquemas del cine moderno. Detrás se esconde toda una evolución cinematográfica del director: un entramado montaje que manipula el subconsciente del espectador (intencionados fallos de racord y un ritmo muy acelerado); una música extradiegética como un infantil juego narrativo hasta la segunda mitad de la película, donde se mezcla con la diégesis fílmica para enfatizar la atmósfera terrorífica en la que el espectador ya se ve sumergido; unos intencionados efectos especiales no realistas con los que el director dibuja de forma más plástica y artística colores de un “cine negro de los 50 en blanco y negro”; una historia sin artificios ni trampas narrativas, típicos de películas de intriga; etc.

Nunca en la historia del cine una película había mostrado la esencia humana desde un punto de vista tan visible. Palpable. Perceptible. Fugaz. Efímero. Dramático. Humano.

Scorsese juega con el espectador dándole pistas durante toda la película (Teddy Daniels -DiCaprio- busca continuamente acertijos dentro de otros acertijos). No miente, no engaña. Conduce la película de la forma más difícil posible: la contención y la sobriedad. Y lo mejor de todo… el final. Toda una lección magistral, desvelando la esencia del film con una apoteósica explosión argumental, visual y sonora…

Y fue, es y será la película perfecta de Scorsese.

ZachTriunff