¿Sí al consumo de drogas?

Publicado el 02 septiembre 2014 por Liberal

Como es bien sabido entre los que me conocen, casi nunca me meto en debates que considero estériles tipo “legalización de las drogas ya” o “aborto sí aborto no”, etc. Después de ver muchos debates sobre esos temas, acabamos encontrando los mismos argumentos una y otra vez, los mismos autores, las mismas tendencias, de los dos bandos opuestos. Por una parte, tenemos el Estado en su gran narrativa diciendo “las drogas son malas” y por otro lado, tenemos a los anárquicos, de toda tendencia política, diciendo que “la prohibición es mucho peor”. Nada cambia.

Sin embargo, el otro día me vino a la mente el tema porque durante una discusión en Facebook, se hablaba del tema de la felicidad de las personas y yo comenté (voy a parafrasear) que personalmente a mí me parece un fenómeno necesario que hoy en día mucha gente consuma antidepresivos. No lo dije de broma. Nadie elige nacer y si hay algo que ha traído el avance científico es precisamente nuevas formas de aliviar los efectos negativos de mucha gente sufriendo depresión. En Estados Unidos, se ha abierto otra polémica intensa desde la ultraderecha porque ellos dicen, acusan a los educadores de “suministrar fármacos a los niños para calmarlos”. En su mundo de ignorancia y prejuicios contra la ciencia, hablan de situaciones “orwelianas”, de “1984”, de la URSS, bla bla bla. No me importa lo que digan. Lo cierto es que gracias a esos fármacos, se ha reducido la violencia y la ansiedad en proporciones históricas.

También me vino a la mente un comentario que leí hace tiempo en mi buzón, escrito por una señora bastante mayor, arremetiendo contra los liberales. Parte de su texto decía así: “Además, no tengo nada que ver gracias a Dios con la juventud de ahora llena de drogatas y jóvenes irrespetuosos”. Como yo soy una persona que no se conforma con el cliché, con el argumento facilón, no me quedó otro remedio y pensé: ¿Es realmente “malo” que un joven consuma drogas? No será que lo verdaderamente importante no es qué consume, sino CÓMO lo consume?

La tarea perpetua del liberal debe ser cómo dividir de forma racional el poder entre el individuo y su gobierno. Sentado en mi salón de lectura decimonónico, lleno de libros y tomos empolvados, me puse a leer mucho más sobre el tema de las drogas desde el siglo XIX. Cuanto más leía, más cuenta me daba de que los argumentos “prohibicionistas” en su mayoría responden a criterios morales, subjetivos, personalísimos, pero no he visto muchos argumentos racionales a favor de prohibirlas. Sin duda, como ya viene ocurriendo desde hace un tiempo, seguramente voy a ofender a muchos lectores silenciosos. Porque en este blog, pululan muchísimos lectores reaccionarios que están como locos…algunos llegando al extremo de mandarme correos con amenazas. Sé quiénes sois, desgraciados. Os vais a arrepentir de vuestros delitos criminales este verano. Os espera un otoño más revolucionario aún en este blog. Algunos (y mis amigos lectores saben de quiénes hablo) ya se han puesto a llorar como perras en celo ante el destape que se les viene encima de sus datos. BOCAZAS.

En fin, continuamos con el tema importante aquí – el consumo de drogas.

Estoy convencido de que hace falta avanzar más allá del “dígale no a las drogas”, porque aunque Nancy Reagan en EEUU tuvo excelentes intenciones con esa frase, hoy en día, en estas sociedades más “informadas” y cínicas, ese argumento ya equivale a decirle a un niño “no te metas eso en la boca”.

Hay que desinflar gran parte de la exageración histérica detrás de los argumentos contra las drogas ilegales. ¿Son tan dañinas como el gobierno afirma? El consumo moderado de esas drogas, ¿es más dañino que el consumo moderado del alcohol y el tabaco, por ejemplo? Reconozco que mi actitud en esta, el racionalismo, me limita. Nos limita porque el empirismo solo nos podrá llevar hasta cierto nivel cuando el terreno ante nosotros está dominado por fuerzas irracionales, miedos, espiritistas de todo tipo, poder e intereses monetarios. Porque al final, no nos engañemos, gran parte de lo que hoy se hace como política en EEUU responde a esos intereses monetarios, no a ninguna “moral” particular. No te engañes.

Cada vez más me canso de “economistas” vudú, de gurús cantamañanas que no aportan absolutamente ningún argumento racional más allá de los estúpidos dogmas de siempre, los clichés empaquetados con cierto nivel de intelectualismo barato para que parezca más serio. En el debate sobre las drogas, no faltan estos clichés inaceptables para una mente crítica, racional y liberal. El argumento es este: “las drogas tienen el poder de esclavizarte en una prisión de adicción y antojos”. Ese es el fondo del argumento, más o menos. Esta idea, por supuesto, es un mito y no es un argumento racional para prohibirlas. Los hechos apuntan a lo contrario de esa suposición gratuita: solo un pequeñísimo porcentaje de los consumidores de drogas ilegales se convierten en drogadictos, mientras que la gran mayoría de gente que consume drogas ilegales viven vidas productivas, normales y sin rollos “raros”. Si te interesa explorar más ese argumento, te recomiendo el excelente libro empírico y racional del señor Jacob Sullum “Saying Yes”. Jacob Sullum ha sido articulista y editor jefe de la revista “Reason”. No soy randiano, ni “libertariano” (si alguien piensa que soy libertariano, es que no ha leído jamás este blog), pero es mi deber analizar CON LUPA todos los argumentos. No se podía esperar menos de un protestante liberal. Llevamos siglos analizando nuestros propios argumentos a la luz de los hechos.

Sullum afirma que una de las razones por las cual la marihuana se “tolera” mucho más y no sufre los controles de la heroína o el crack se debe a que más del 30% de la población en EEUU ha probado la marihuana. Esto hace muy difícil que el gobierno pueda estereotipar con facilidad a esos consumidores. Aclaro, en lo personal, que nunca en mi vida he probado marihuana (ni pienso probarla) y que me da asco el olor y el “mundillo” de “paz y amol” que suele estar asociado a esa subcultura. Pero que a mí, personalmente, no me guste algo no es razón suficiente para prohibir (aunque sí puede coincidir en algunos casos por casualidad). Ejemplo: Yo no estoy a favor de que extranjeros puedan emigrar a España cuando les salga de las narices. Es una preferencia personal mía que también, por casualidad y con motivos racionales, está también codificada en las leyes de extranjería.

Sin embargo, es mucho más fácil generar estereotipos de los heroinómanos, entre otros consumidores, porque solo un pequeño porcentaje de la población consume esa droga.

Pero lo más importante para mí en todo este debate es lo siguiente:

Hace falta realmente plantearse cuestiones valientes, sin complejos, sin ataduras a ideas irracionales, espiritistas y místicas. Personalmente, no consumo drogas (más allá del alcohol). Pero sí he ido notando que últimamente, los que justifican el consumo de drogas suelen defender ese consumo usando argumentos “médicos”. Me pregunto yo, pregunto señores – a vosotros también — ¿por qué somos incapaces de reconocer que una persona también podrá querer consumir drogas por razones totalmente ajenas a lo médico? ¿Por qué algunos tienen tanta dificultad a la hora de aceptar que las drogas también pueden consumirse “responsablemente” con el propósito explícito de alterar los sentidos, o pasarlo bien una noche? Me estoy hartando del creciente irracionalismo en el pensamiento liberal. NO podemos aceptar jerarquías que anteponen unas preferencias racionales por encima de otras. Porque si hacemos eso, caemos en un personal juicio de valor, pero no es racional. Derrumbemos esos modos de pensar, esas ataduras que convierten nuestro pensamiento en un proceso mermado por el complejo. Buscar una excepción médica o “religiosa” contra la prohibición de las drogas ilegales es el equivalente a decir que TUS PREFERENCIAS personales merecen más respeto que otras preferencias. Detrás de este pensamiento, encontramos que algunos piensan que el consumo de droga solo es aceptable si hay razones “médicas”. Un bebedor de vino nunca se siente obligado a decir que el vino es “permitido por Dios” ni que reduce la ansiedad y el estrés. Simplemente dicen, “me gusta el vino”, “¡viva el vino!”, como proclamaba el propio Mariano Rajoy en el Congreso. ¿Por qué “víva el vino” y no “viva la coca?” Hay que plantearse esas cosas si pretendemos ser coherentes.

Existe muchísima presión política, social y legal para abstenerse de consumir drogas ilegales. Por eso mucha gente se ve “obligada” en lo social a justificar su consumo por motivos médicos o religiosos, en vez de por puro placer. Está muy mal visto, generalmente hablando, que un joven diga “me gusta drogarme de vez en cuando”. Esta búsqueda permanente de pretextos para consumir drogas me revela una cosa: aún hay mucho misticismo en la mente de muchos. Se supone, en el subconsciente que consumir drogas es “pecaminoso” (y puede que sí lo sea, teológicamente, bíblicamente hablando pero ese es otro debate importante para cristianos solamente. Esta entrada va para la población general). Lo cierto es que el deseo de alterar tu conciencia parece un aspecto fundamental de la naturaleza humana. Al igual que el sexo, no es nada “vergonzoso” siempre que no se agreda a terceros. Hay cristianos, por ejemplo, que están tan empapados de doctrina papista-católica, que piensan que si un señor cristiano consume drogas, “ya va al infierno”, como si por “ser bueno” y “hacer el bien” fuera suficiente para ganarse la salvación de Dios. Se nota que no han leído bien la Biblia.

Pero en el tema de las drogas, parece que sí existe un tabú – si una droga te hace sentir mejor y la consumes por placer, es un tabú. Si una droga se consume para curarte, entonces se acepta.

Esta tensión la vemos con el debate sobre la marihuana con fines médicos. Cada vez hay más estadounidenses dispuestos a aceptar el consumo de marihuana dentro de un marco médico, pero muchos han expresado preocupación de que mucha gente abusará y dirá que tiene problemas médicos simplemente para consumir por placer. De hecho, como os decía al principio de esta entrada, el modelo médico está tan arraigado que muchísimos distritos con colegios públicos ahora incluso amenazan a los padres con medicar a sus hijos si quieren seguir yendo al colegio. Y a mí me parece bien eso, que conste. Los padres NO LO SABEN TODO. Lo importante es darse cuenta aquí de lo arraigado que está el argumento médico. Ya no solo convierte las drogas en algo aceptable, sino que incluso se puede amenazar a los padres por este motivo y drogar a sus hijos con problemas de comportamiento.

Con esta entrada, no pretendo aclarar si estoy a favor de seguir con la prohibición o legalizarlas. Ese debate lo dejaré para otros en otro momento. Lo que sí debemos analizar hoy es si nuestros argumentos son racionales para seguir prohibiéndolas. Eso es todo.