La frase de Putin que constituye el título de la entrada de hoy, no tiene desperdicio, más por su contenido políticamente incorrecto que por faltar a la verdad. No será desde este espacio desde donde se defienda a Berlusconi, sus tratos con menores de edad, su incitación a postituirse y otras lindezas propias del mandatario italiano. Pero sí es cierto que ese excesivo respeto que se mantiene ahora hacia los homosexuales, siguiendo la ley del péndulo y tras haberse visto denostados durante bastante tiempo, nos lleva actualmente a criticar con más dureaza al heterosexual promiscuo que al colectivo gay, caracterizado desde siempre por tener un promedio de parejas sensiblemente superior al de la población general. Se multa al cliente de las prostitutas, oficio más viejo del mundo, según dicen, como si el deseo carnal del varón fuese un pecado o una falta que merece verse sancionada por la sociedad, yendo completamente contra natura, y quien se ve actualmente infamado es el varón que frecuenta lupanares o contrata servicios de “escorts”. Como se decía en este espacio en otras ocasiones, el mundo al revés o los pájaros que tiran a las escopetas.