Si has visto la segunda temporada de Stranger Things y luego has buscado artículos y opiniones te habrás encontrado, como yo, con un montón de críticas y mala leche centrados en todos los defectos de la nueva temporada. No es que me importe, pero me he propuesto llevar la contraria a todo el mundo, porque sí: la segunda temporada me ha encantado.
Y es que decir que la segunda temporada de una serie es peor, no sólo es ventajista, sino que parece tan obvio como el rubio de Pamela Anderson o la sosería de Rajoy.
Nueva trama y nuevos protagonistas
Los Duffer han tomado muchos riesgos en esta segunda temporada y casi nadie lo ha entendido. Se han enfrentado a la creación de una nueva trama y desenlace, sino que lo han hecho dando la vuelta a todos los personajes. Así, Steve, Dustin y Lucas se han hecho con todo el protagonismo y carisma de la segunda temporada. Steve, cuyo personaje ya nos sorprendió en la primera temporada, ha seguido su evolución a pesar, o precisamente, tras la ruptura con Nancy.
A pesar de ciertos convencionalismos de cualquier serie, los Duffer siempre intentan salir de la zona de confort para sorprendernos, y eso se agradece. Que un personaje como Steve, el típico guaperas que suele desparecer en tres capítulos, se convierta en el protagonista con más carisma del elenco juvenil no lo hace cualquiera. Dustin, por su parte, es otra gran sorpresa, que aporta su inocencia y sentido del humor, además de su peculiar estilo de valentía que nos encanta. Lucas por su parte, tiene más protagonismo aunque se ve lastrado por Max, uno de esos secundarios que de momento no han aportado nada.
Mientras Once seguía en una historia paralela, que en realidad aporta poco a la trama, se convierte en un personaje introspectivo que se larga para dejar la cosas más difíciles a los que no tiene poderes, y cuando vuelve en plan sobrado las cosas ya están al límite. Mike es un personaje testimonial, mientras que Nancy y Johnathan se pierden en subtramas conspiratorias de poco empaque.
¿El resultado? Nueve(o 8+1, todo el mundo odia el séptimo capitulo) pastillas azules para disfrutarlas a tope.
Nuevos personajes
La aparición de nuevos personajes, ha sido a nivel general decepcionante. Por un lado los hermanastros Max y Billy parecía que iban a aportar mucho más a la narración, y se han quedado en simples clichés. Otros como el Doctor Owens han tenido un peso especifico por razones obvias, y su integridad y valentía ha contrastado con el maquivélico Papá encarnado por el omnipresente Mathiew Modine. Al que si está claro que no volveremos a ver es al pobre Bob. Un personaje de mucho peso en esta temporada y cuyo dramático final, representó el momento más sádico, tenso y difícil de digerir de la serie. Los Duffer se lo habían preparado bien. Un personaje simple, bonachón, que representa una “normalidad” que casi no recordamos cuando vemos la serie.
Y es que no lo olvidemos, estamos en un pueblo perdido de Indiana, donde acción es pillar atasco para ir a por el pienso. Pero Bob nos recuerda que el arco iris sale a veces, e incluso hace planes con Joyce. Hasta que llegan los Demoperros y traen la lluvía de ceniza.
Música
DEVO, Duran Duran, Scorpions, The Runnaways y por supuesto The Clash uniendo a los hermanos Byers. En esta temporada la música ha estado más presente, con una utilización muy al estilo de la estupenda saga de Los guardianes de la Galaxia. Los hermanos Duffer han contado con más presupuesto y lo han sabido gastar con criterio en una banda sonora potente, ajustada a la narración y que nos dice cosas incluso cuando la insulsa Barbara Streisand canta sus letanías en una bañera rodeada de velas.
Seguimos en los 80
En los ochenta la gente no tiene móviles. No se preocupan por sus me gusta. Tienen que esperar a revelar el carrete para ver como salen con los ojos cerrados en todas las fotos. La gente se encuentra en los recreativos, el colegio, o en los bosques en busca de demoperros. Cuando alguien se pierde, y no sabes si está vivo o muerto, tienes que ir a su casa porque no te contesta por el Walky. Entonces te encuentras con Steve y empieza a sucederse todo….
Los Duffer utilizan las peculiaridades propias de la época para tensar más la acción, crear nuevas vías narrativas, desdoblar la acción. En esta temporada el grupo estaba disperso pero avanza de manera calculada hacía un final juntos donde entramos en el climax de la segunda temporada.
Una cosa esta clara: Stranger Things es mucho más que una serie de época y nos demuestra por segundo año que nos equivocamos al amar los ochenta.
Baile de fin de curso
Seguramente hubiera sido recomendable retrasar un año o dos en la evolución de personajes de 14 años para enredarnos en una trama de amoríos. Las situaciones de niños besándose quedan forzadas y en cierta forma rompen con ese ambiente de grupo de amigos frikis sin animo de hacerse adultos. A pesar de todo, el baile final es un chute de buen rollo que entra como sangre azul en nuestras venas después de tanta adrenalina.
Las estrellas sobre la noche
Tenemos que terminar con una de las mejores escenas de esta serie y todas las series. Hablamos de ese momento donde Joyce y Hopper se abrazan a la oscuridad(de una manera casi literal y física) con el instituto Hawkins a sus espaldas. De nuevos Winnona Ryder y David Harbour están enormes en sus papeles, y sin ellos no se puede entender esta serie. Su valor y también su vulnerabilidad, quedan perfectamente reflejadas en esta escena final, donde Hopper le pregunta a Joyce como lo lleva(la muerte de Bob) y el mismo se responde “Ya, esa sensación no se va nunca. Pero es verdad lo que dicen, cada vez es un poco más fácil.”
Hasta el Demogorgon sacó el clinex en el inframundo. No hay dos sin tres y ya estamos deseando que la rutina se vuelva extraña al menos 8 horas más.
Joyce y Hopper
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